11-01-2019 13:49
Piratas del Caribe: La venganza de Salazar. La tenía pendiente y podría haber continuado así perfectamente. La frescura y sorpresa de la primera están ya disipadas por completo, y lo mejor que tenía la saga, que es el personaje de Jack Sparrow (más el aire de aventuras), aquí parece más segundón que nunca.
El reverendo. De Paul Schrader y con un correcto Ethan Hawke. Busca un aire muy sobrio y lo encuentra, con un párroco que ya soporta alguna pesada carga personal y que se ve de nuevo afectado por un suceso trágico en el que se siente responsable, radicalizando sus pensamientos y entrando en una espiral de autodestrucción que puede llegar a algo más.
El capitán. Película alemana sobre la 2ª Guerra Mundial, la enésima, pero que esta vez se sitúa sobre un joven desertor que encuentra un traje de capitán y lo aprovecha para sobrevivir, usurpando la posición de su dueño. El meollo es ver cómo lo que empieza como una huida hacia adelante, con el chico apurado tomando decisiones que lo hagan parecer de verdad un militar de su rango por salvar su propio pellejo, va poco a poco tornándose en gusto, llegando a disfrutar de su posición de autoridad y de la crueldad de la que será responsable. En esto me recordó algo a los carceleros del experimento de la prisión de Stanford, en cómo la posesión de autoridad en un entorno difícil puede llegar a transformar a una persona.
El reverendo. De Paul Schrader y con un correcto Ethan Hawke. Busca un aire muy sobrio y lo encuentra, con un párroco que ya soporta alguna pesada carga personal y que se ve de nuevo afectado por un suceso trágico en el que se siente responsable, radicalizando sus pensamientos y entrando en una espiral de autodestrucción que puede llegar a algo más.
El capitán. Película alemana sobre la 2ª Guerra Mundial, la enésima, pero que esta vez se sitúa sobre un joven desertor que encuentra un traje de capitán y lo aprovecha para sobrevivir, usurpando la posición de su dueño. El meollo es ver cómo lo que empieza como una huida hacia adelante, con el chico apurado tomando decisiones que lo hagan parecer de verdad un militar de su rango por salvar su propio pellejo, va poco a poco tornándose en gusto, llegando a disfrutar de su posición de autoridad y de la crueldad de la que será responsable. En esto me recordó algo a los carceleros del experimento de la prisión de Stanford, en cómo la posesión de autoridad en un entorno difícil puede llegar a transformar a una persona.