Resumen semanal.
La semana ha consistido en casi su totalidad en empezar y pasarme el
Final Fantasy Adventure. En su versión de
Collection of Mana.
Al poco de empezar a jugar al juego empecé a tener extrañas sensaciones de deja vu, y pronto me di cuenta de que yo este juego ya lo había jugado, aunque sin saberlo. Por tiempos de la GBA tenía yo el
Sword of Mana, un juego que no me despertaba pasiones pero al que había jugado igualmente un par de veces. Pues resulta que el
Sword of Mana era un remake del
Final Fantasy Adventure, y yo esto no lo sabía. Pensaba que era un spinoff de la saga, simplemente. Ahora me siento como un idiota.
Pero bueno, hablando del
Adventure, es un juego en vista vertical que se siente más como un
Zelda que como cualquier otra cosa. A pesar de ser más simple que el
Link's Awakening, sigue estando en el 10% superior de complejidad en cuanto a juegos de Game Boy se refiere. El protagonista va obteniendo armas de distintos tipos que tienen formas de ataque distintas dependiendo de que arma se trate. Algunas de estas armas también desbloquean caminos, como la cadena que hace las veces de gancho lanzable o la hoz que permite cortar arbustos. Además de esto puedes comprar llaves y picos en tiendas para desbloquear puertas o romper paredes (y es un auténtico dolor de muelas estar en medio de una mazmorra y descubrir que te has quedado sin ellos, así que siempre conviene revisar el inventario antes de entrar en una). El personaje también tiene puntos de magia para lanzar hechizos que va encontrando por ahí. Algunos hechizos, como el de curación, son extremadamente útiles a lo largo del juego, otros como el de la bola de fuego sirven para eliminar a ciertos enemigos que podrían ser inmunes a ataques físicos, mientras que el de hielo se usa de vez en cuando para solucionar puzzles. Desafortunadamente, el juego tiene el mismo problema que tenía el
Link's Awakening original, en el que te hace pausar el juego para desequiparte hechizos, objetos y armas con frecuencia. Quizá no tanta como el
Zelda (especialmente al principio), pero igualmente está ahí.
El juego está bastante bien, y es tan distinto a su remake de Sword of Mana que tampoco lo llegaría a considerar como obsoleto. Como pegas, le pondría algunos problemas de hitboxes con los enemigos. A veces al golpear a un enemigo éste se ve empujado, pero en vez de alejarse de tí el juego decide empujarlo HACIA TI, y te da un golpe inevitable porque tu personaje todavía está en medio de la animación de ataque. Hay también ciertos enemigos que parece que tienen una hitbox que se extiende hacia abajo más píxeles de lo que deberían, mientras que si te acercas por arriba puedes básicamente llegar a besar el sprite sin recibir daño. Otros hitboxes son extraños, como el de un jefe que era un dragón, y solo podías atacarle en la cabeza, pero su hitbox parecía extenderse liberamente hacia delante de forma que si intentabas apuntar a la cabeza probablemente no le hicieses ningún daño, en su lugar era mucho mejor atacarle al pie delantero.
Y el jefe final es un mierdas. La primera forma es fácil, la segunda ya no tanto pero igualmente se pasa. La tercera forma, sin embargo, consiste en el tío teletransportándose por la sala, muy a menudo justo encima tuyo. No existe ningún tipo de aviso acerca de donde va a aparecer a continuación, simplemente en un frame no está y en el siguiente ya ha aparecido, y hace un daño obsceno si tocas su cuerpo. Afortunadamente, el juego es generoso con la magia y las curas, pero igualmente me hubiese gustado un combate final algo mejor diseñado que eso.
Pero vamos, que me lo he pasado bien. Esto incluye re-descubrir una OST con la que ya estaba familiarizado, pero en su versión original de Game Boy.
Me ha gustado: Experiencia retro cercana a Zelda pero con su propia personalidad. Las diferentes armas, cada una con su estilo de ataque.
No me ha gustado: Hitboxes raras en ciertos enemigos.
Con ese juego fulminado, ayer mismo empecé a jugar a
Tales of the Abyss, para la 3DS.
Este fue un juego que ya empecé hace años cuando salió, y le dediqué unas 20 y pico horas (al menos según decía mi partida guardada), pero por alguna cosa y otra me entretuve con otros juegos, lo dejé de lado, y acabé prestándoselo a una amiga. Esta amiga nunca llegó a jugarlo, creo, pero igualmente se lo quedó durante años y años, hasta que decidió devolverme todos los juegos que tenía recientemente. Y como pasado ese tiempo yo ya ni me acordaba de que iba (mucho menos de donde lo había dejado) pues decidí hacer borrón y cuenta nueva, y empezar una nueva partida.
En este juego llevas a Luke, el hijo de un duque, que tiene terminalmente prohibido salir de su mansión y como tal se aburre como una ostra. De vez en cuando viene a visitarle un comandante del ejército para darle clases de esgrima, pero precisamente durante una de estas visitas aparece una chica llamada Tear, que viene con la intención de asesinar al comandante. Durante la escaramuza, Luke acaba bloqueando un ataque de Tear con su espada, lo cual causa un fenómeno de resonancia que teletransporta a ambos a un lugar lejano, en concreto más allá de la frontera con un país cuyas relaciones se están enfriando rápidamente. Estando ahora tras las líneas enemigas, Tear, que en realidad es buena tía, se compromete a llevar a Luke de vuelta a casa al sentirse responsable del entuerto.
Por supuesto, siendo esto un JRPG, las cosas se complican con el paso del tiempo, pero a grandes rasgos ahí está la premisa inicial. Al menos parte de ella.
La otra parte de la premisa es que Luke es una absoluta basura de persona. Habiendo vivido en la mansión desde que tiene conciencia, no entiende como funcionan las cosas fuera de su círculo aristocrático, pero además se comporta como un niñato quejica constantemente. Esto, claro está, forma parte de la evolución de su personaje, y con el tiempo acabará aprendienco ciertas lecciones que le convierten en mejor persona, pero por ahora, durante la primera parte del juego, el jugador está atrapado con este desecho humano que se pasa la vida lloriqueando y tratando al resto de sus compañeros como si fuesen un felpudo.
El juego en sí es un
Tales clásico. Si uno ha jugado al
Symphonia o al
Vesperia ya sabe a que atenerse. En esta fase de la saga todavía no empezaron a hacer experimentos raros, lo cual irónicamente lo convierte en el primer JRPG de tirón tradicional al que he jugado en todo el año.
Por lo demás, jugué un poco al
Genshin Impact.
Lo más noteble que hice fue derrotar a este dragón eléctrico que me dio materiales para subir más de nivel a uno de mis personajes. Dicho personaje resultó ser el que por lo general usaba para hacer daño, así que ahora me estoy concentrando en subirla para que sea más fácil repetir este tipo de cosas en el futuro. Porque si bien el combate contra el lagarto no fue difícil, lo que sí fue fue LAAAAAAARGO de narices, principalmente porque mis personajes apenas le hacían cosquillas.
Me pregunto si habré empezado a notar el bloqueo del juego en cuanto al grindeo se refiere. Eso, o que me dedico tanto a explorar y hacer cosas que no tienen que ver con la historia que he acabado aumentando el nivel de aventurero demasiado rápido, y con él también suben los niveles de los enemigos, lo cual me está pasando factura. He decidido que no voy a seguir aumentando el nivel de aventura a partir de ahora. Tan solo espero que no sea demasiado tarde, porque ya estoy empezando a notar que estoy teniendo que dedicar gran parte del tiempo a grindear objetos para mejorar armas y personajes en vez de dedicarme a explorar las zonas como a mi me gusta.
También podría dedicar algo más de tiempo a la historia principal, supongo... Pero bueno, por ahora las cosas se me están haciendo un poco cuesta arriba y me dedico a intentar allanar algo el estropicio. Tengo que intentar superar también una de esas mazmorras que te dan materiales para mejorar armas, a ver que tal me va. No las he tocado porque, como dije, lo que me mola del juego es el tema de la exploración y tal. Espero que aumentar el nivel del mundo no haya convertido esas mazmorras en monstruos injugables, porque de lo contrario puedo estar en problemas.
Y, finalmente, un par de horas al
Guild Wars 2.
La exploración ha acabado llevándome a las zonas nórdicas del juego. O bueno... Las nevadas. Que no están precisamente al Norte sino al Este, pero da igual, ya se entiende lo que quiero decir...
De hecho, llevo ya tanto tiempo en zonas nevadas que se me están empezando a hacer algo repetitivas. No siento que haya gran diferencia entre unas y otras, la verdad, y sigo completándolas pero en el fondo tengo ganas de pasar a entornos más cálidos. Dentro de poco supongo que llegaré a la capital de los Norm, que son una de las dos razas que me faltan por visitar. La otra son los Charrs, pero creo que esos están más lejos aún.
De forma similar a Genshin Impact, tengo una misión de historia pendiente por ahí, pero la he dejado algo de lado. ¿Que puedo decir? Soy un explorador de corazón.
Oh, guau, realmente no tengo nada interesante que decir sobre éste... Jum...
Para la semana que viene,
Tales of the Abyss será el juego en el que me centre. No sé si tendré tiempo para jugar a nada más, porque tiene pintas de que será una semana ajetreada. Puede que juegue un poco al
Star Wars: The Old Republic para avanzar algo más en la historia. Intentaré meter un par de horas aunque sea a presión, que creo que ya estoy cerca de acabar el segundo capítulo del guerrero Sith. No prometo nada.