09-04-2024 10:00
Pues yo ya he leído el tercer tomo de la colección de Conan de Cimmeria, de Robert E. Howard.
Hace mucho tiempo existió una era ya olvidada conocida como la Edad Hiboria. Durante este periodo olvidado de la historia la tierra era muy distinta a como la conocemos ahora, y estaba repleta de reinos, pueblos salvajes, ruinas de eras pasadas, y demonios primigenios. Poco sabemos de la gente que vivía en esta era que el tiempo ha olvidado ya, pero de entre todos ellos hay una figura que destaca frente a las demás. Conan, de la oscura región de Cimmeria. Héroe y asesino, protector y pirata, amante y vengador, sabio y salvaje, rey y vagabundo. Estas son las historias del bárbaro que dejó su marca en toda la Edad Hiboria.
Prometí que volvería a copiar y a pegar el mismo párrafo para el tercer volumen y así lo he hecho. No se puede decir que no sea hombre de palabra. Pero bueno, el tercer y último tomo de la colección de relatos de Conan que nos trae la Editorial Minotauro contiene esta vez cinco historias, ninguna de ellas tan larga como lo fue La Hora del Dragón, pero algunas de ellas sí que pueden rozar tranquilamente las 100 páginas. Los relatos son:
Si soy sincero, los dos primeros me dejaron algo frío, pero a partir del tercero sí que empezaron a gustarme más. El Negro Desconocido es probablemente mi favorita, lo cual es irónico porque es la más larga, y en la entrada del volumen anterior mencioné que, bajo mi punto de vista, Conan funciona mejor en historias cortas. Clavos Rojos también está bastante bien, pero por contrapartida, Más Allá del Río Negro es la que menos me gustó. Sea como sea, estas historias no se siente que se alargan tanto como las del libro anterior, lo cual sigo pensando que es bueno para este estilo de narrativa.
En cuanto a los apéndices del final, la mayoría de ellos son esbozos o resúmenes de las historias ya presentes en el tomo, con la excepción de dos bocetos de una historia llamada Lobos de Allende la Frontera. Ambos están inconclusos, con el primero de hecho llegando más lejos que el segundo. De todo el material complementario son probablemente la única parte que en mi opinión quizá merezca la pena leer, aunque no es necesario hacerlo con ambos puesto que a fin de cuentas narran la misma historia.
Como siempre, resulta difícil dar una valoración a una colección de cuentos puesto que siempre hay algunos que te acaban gustando más que otros, y al final la opinión del tomo en conjunto tiende a estar en algún punto intermedio. Las historias de Conan están bien, se leen rápido y son entretenidas, aunque también carecen de personajes a los que pillar cariño o tramas que evolucionan a lo largo de ellas. Ideas y motivos son repetidos hasta la saciedad (como por ejemplo el insistente empeño de Howard de presentar la civilización como algo decadente y débil frente a Conan, que es un ser claramente superior al haberse criado en la barbarie).
Su superficialidad hace que no sea el tipo de narrativa por el que me desvivo, pero tampoco me produce rechazo. Algunos podrían considerarlo entretenimiento pueril y barato. A mí opiniones como esa suelen hacérseme arrogantes. Con excepciones concretas como por ejemplo divagaciones políticas de pintores austriacos frustrados, creo que todo tiene un sitio y un lugar, y aunque es cierto que hubiese preferido algo con personajes más consistentes, en ocasiones todo el mundo tiene la necesidad de poner su mente en off y leer algo simple que no pretende ser más de lo que es: Una historia de aventuras con monstruos, brujos y hombres y mujeres semidesnudos.
El siguiente libro será algo nuevo. Un libro que va sobre un libro. Tres o cuatro tramas intercaladas, como capas de una cebolla. Literatura ergódica, creo que la llaman.
Hace mucho tiempo existió una era ya olvidada conocida como la Edad Hiboria. Durante este periodo olvidado de la historia la tierra era muy distinta a como la conocemos ahora, y estaba repleta de reinos, pueblos salvajes, ruinas de eras pasadas, y demonios primigenios. Poco sabemos de la gente que vivía en esta era que el tiempo ha olvidado ya, pero de entre todos ellos hay una figura que destaca frente a las demás. Conan, de la oscura región de Cimmeria. Héroe y asesino, protector y pirata, amante y vengador, sabio y salvaje, rey y vagabundo. Estas son las historias del bárbaro que dejó su marca en toda la Edad Hiboria.
Prometí que volvería a copiar y a pegar el mismo párrafo para el tercer volumen y así lo he hecho. No se puede decir que no sea hombre de palabra. Pero bueno, el tercer y último tomo de la colección de relatos de Conan que nos trae la Editorial Minotauro contiene esta vez cinco historias, ninguna de ellas tan larga como lo fue La Hora del Dragón, pero algunas de ellas sí que pueden rozar tranquilamente las 100 páginas. Los relatos son:
- Los sirvientes de Bit-Yakin
- Más allá del Río Negro
- El negro desconocido
- Los antropófagos de Zamboula
- Clavos Rojos
Si soy sincero, los dos primeros me dejaron algo frío, pero a partir del tercero sí que empezaron a gustarme más. El Negro Desconocido es probablemente mi favorita, lo cual es irónico porque es la más larga, y en la entrada del volumen anterior mencioné que, bajo mi punto de vista, Conan funciona mejor en historias cortas. Clavos Rojos también está bastante bien, pero por contrapartida, Más Allá del Río Negro es la que menos me gustó. Sea como sea, estas historias no se siente que se alargan tanto como las del libro anterior, lo cual sigo pensando que es bueno para este estilo de narrativa.
En cuanto a los apéndices del final, la mayoría de ellos son esbozos o resúmenes de las historias ya presentes en el tomo, con la excepción de dos bocetos de una historia llamada Lobos de Allende la Frontera. Ambos están inconclusos, con el primero de hecho llegando más lejos que el segundo. De todo el material complementario son probablemente la única parte que en mi opinión quizá merezca la pena leer, aunque no es necesario hacerlo con ambos puesto que a fin de cuentas narran la misma historia.
Como siempre, resulta difícil dar una valoración a una colección de cuentos puesto que siempre hay algunos que te acaban gustando más que otros, y al final la opinión del tomo en conjunto tiende a estar en algún punto intermedio. Las historias de Conan están bien, se leen rápido y son entretenidas, aunque también carecen de personajes a los que pillar cariño o tramas que evolucionan a lo largo de ellas. Ideas y motivos son repetidos hasta la saciedad (como por ejemplo el insistente empeño de Howard de presentar la civilización como algo decadente y débil frente a Conan, que es un ser claramente superior al haberse criado en la barbarie).
Su superficialidad hace que no sea el tipo de narrativa por el que me desvivo, pero tampoco me produce rechazo. Algunos podrían considerarlo entretenimiento pueril y barato. A mí opiniones como esa suelen hacérseme arrogantes. Con excepciones concretas como por ejemplo divagaciones políticas de pintores austriacos frustrados, creo que todo tiene un sitio y un lugar, y aunque es cierto que hubiese preferido algo con personajes más consistentes, en ocasiones todo el mundo tiene la necesidad de poner su mente en off y leer algo simple que no pretende ser más de lo que es: Una historia de aventuras con monstruos, brujos y hombres y mujeres semidesnudos.
El siguiente libro será algo nuevo. Un libro que va sobre un libro. Tres o cuatro tramas intercaladas, como capas de una cebolla. Literatura ergódica, creo que la llaman.
Las canciones que las Híades han de entonar,
donde flamean los andrajos del Rey,
deben morir sin haberse escuchado
en la sombría Carcosa
donde flamean los andrajos del Rey,
deben morir sin haberse escuchado
en la sombría Carcosa
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