22-09-2023 09:05
Hace la tira de tiempo que no escribo nada y han habido unas vacaciones por el medio.
Ya sabéis lo que eso significa... Es hora de volver a las entradas dobles.
En la de hoy empezamos con Snuff, de Terry Pratchett.
El comandante de la guardia Sam Vimes siempre está ocupado. Siempre hay trabajo que hacer, casos que descubrir, matones a los que apresar... Pero más allá de las obligaciones, también está el hecho de que Vimes es, dejando las cosas claras, un obseso del trabajo. Tanto es así que cuando el patricio de la ciudad básicamente le obliga a tomarse unas vacaciones en la casa de campo con su familia, el comandante no puede evitar sentirse inquieto en un entorno en el que nunca parece ocurrir nada. Pero pronto descubrirá que sí que hay cosas que ocurren, simplemente no ocurren a la gente indicada. Tras descubrir el asesinato de una mujer, Sam Vimes se pone manos a la obra para investigar el caso. La diferencia es que, en esta ocasión, la mujer en cuestión era un trasgo... y eso significa que a nadie le importa.
Snuff es el libro #39 de la serie de Mundodisco, y el #8 de la subsaga de la Guardia, si bien a estas alturas la saga se encuentra completamente dominada por Sam Vimes, con el resto de los miembros del grupo realizando apariciones anecdóticas. No puedo decir que sea especialmente fan de esto, bajo mi punto de vista los libros de la guardia sobresalían sobre el resto de libros de Mundodisco precisamente por los distintos miembros que componían el pelotón. Pero tampoco voy a ponerme a despotricar mucho por esto; al fin y al cabo es el menor de los problemas de este libro.
Mientras escribo esta entrada puedo dar el avance de que, en realidad, ya me he leído todos los libros de Mundodisco, y que ninguno de los tres libros que quedan (incluyendo éste) me ha parecido bueno. Si bien sí puedo decir que Snuff me parece el mejor de los tres, sí que marca el punto en el que personalmente pienso que no vale la pena seguir con la serie.
Sé que esto puede resultar algo controvertido. Incluso yo mismo me siento algo incómodo escribiéndolo, al fin y al cabo a estas alturas la enfermedad de Pratchett ya estaba bastante avanzada, pero existan las razones que existan, el hecho sigue siendo que Snuff me ha parecido un libro bastante pobre, y es que, por diversas razones, hay momentos en los que se lee como un sermón.
El libro obviamente toca temas de prejuicio racial. Esto no es nada nuevo, ni en Mundodisco ni, especialmente, en la subsaga de la guardia. Los trasgos son vistos por la sociedad como objetos y mercancías a pesar de que, cuando una persona se para a conocerlos, descubre que tienen su talento, su cultura y, en general, tanto valor como el de cualquier otra persona. Los temas en ocasiones me han recordado a los de Matar a un Ruiseñor (con ciertos toques de Orgullo y Prejuicio). Todo esto, eso sí, con la sutileza de un bulldozer.
Este fue el libro donde me di cuenta de algo que quizá ya había empezado a ocurrir en los anteriores, pero que aquí se asenta como la norma: Personajes que escupen monólogos enormes en medio de conversaciones que no se sienten naturales en absoluto. La inventiva y divertida mordacidad típica de Pratchett se pierde en estas diatribas morales que carecen por completo de cualquier tipo de sutileza, y es a lo que me refiero cuando digo que el libro en ocasiones parece un sermón.
Por fortuna, estas parrafadas se van volviendo más infrecuentes a medida que la historia avanza, pero eso no hace que la novela se haga necesariamente más entretenida de leer. La mayoría de gags son o bien cosas que ya se habían visto en libros anteriores, o bien cosas que son repetidas hasta hacerse cansinas. Especial mención al sobreuso de Willikins, el mayordomo de Vimes, de quien ya sabemos desde hace tiempo que bajo su aspecto decoroso se encuentra un hábil matón callejero con contenido instinto asesino. La broma de Willikins siendo una especie de ninja encubierto es usada en Snuff para crear una especie de deus ex machina que saca las castañas del fuego al protagonista en varias ocasiones, de forma que pueden llevarse al cabo acciones que contradicen la superioridad moral de Vimes sin que ésta se vea afectada.
De hecho, Vimes en sí también ha ido recibiendo una evolución desfavorable a mis ojos. Quien era un hombre que peleaba contra viento y marea para ejercer su labor, en este libro se siente más bien como una fuerza prácticamente imparable cuya única cosa que puede detenerla es la voluntad de su mujer. Esta sensación de que todo se pone bajo control demasiado rápido no va a ser la última vez que aparezca en lo que queda de saga. Ni va a ser la vez que más pronunciada se haga tampoco.
El sentimiento general que he tenido con el libro puede resumirse en que "Esto no es Pratchett". Ya no, al menos. Pero bueno, tampoco era mi intención cebarme tanto con el tema teniendo en cuenta las circunstancias con las que fue escrito. Como dije, ni siquiera es lo peor que se avecina en la saga. Dejémoslo en que me ha parecido pobre y punto.
En una nota más positiva, Almas de Segunda Mano, de Christopher Moore.
Tras haber rechazado los intentos de las fuerzas de la oscuridad de apoderarse del mundo por primera vez, los comerciantes de la muerte de San Francisco descubren que ése no ha sido el último de sus problemas. A pesar de que la amenaza de las Morrigan ha sido rechazada, las almas de los muertos siguen desapareciendo, a la vez que fantasmas hacen acto de presencia en el puente de Golden Gate. Estas almas no son las únicas que desaparecen, sin embargo. Los perros infernales que protegían a Sophie, la heredera de los poderes de la Muerte (con M mayúscula) también andan en paradero desconocido, y Charlie Asher, su padre, está atrapado dentro del cuerpo de un producto de taxidermia chapucera. Solo es cuestión de tiempo que los poderes del inframundo se den cuenta de la situación para probar suerte de nuevo... si es que no lo están haciendo ya.
Almas de Segunda Mano es el segundo (y por ahora último) libro de la duología de los Mercaderes de la Muerte, siendo una secuela directa de Un Trabajo Muy Sucio. Los mismos personajes regresan y podemos ver como les va la vida un año después de la resolución del libro anterior, si bien algunos reciben menos atención que otros.
Ray, por ejemplo, era ya un personaje muy secundario en el primer libro, pero su presencia en el segundo es prácticamente anecdótica. En su lugar cobra más protagonismo Audrey, la monja budista más sedienta que he visto en mi vida, quien ya aparecía en el primer libro pero solo cobraba importancia hacia el final (y en mi opinión demasiado tarde). Lily, Minty y, por supuesto, Charlie regresan en esta historia, con Charlie siendo el protagonista otra vez... aunque de una forma algo menos pronunciada que en el libro anterior. Almas de Segunda Mano se siente un poco más coral que la primera parte.
El principal problema que tengo con este libro es que bebe demasiado del primero. La situación tiene sus complicaciones propias, pero al final del día el problema al que se enfrentan los personajes es demasiado similar al de Un Trabajo Muy Sucio. Existe un nuevo antagonista, pero las Morrigan también están de vuelta y se dedican a hacer básicamente lo mismo que hacían en el primer libro, excepto que con una presencia más secundaria. Aún más decepcionante es la forma con la que es tratada Sophie, la hija de Charlie. Una niña con los poderes de la muerte tiene potencial para el humor, pero al perder sus poderes a causa de la trama su presencia se ve limitada a la de motivo argumental.
Esto no significa que el libro esté mal, y el estilo de Moore sigue siendo divertido. La escena en la que Lily y su amiga roban el desfibrilador eléctrico es una risa, el libro ha dejado de lado la insistencia en describir a Charlie como "un macho beta" en pos de bromas más frescas intentando no repetir las del primero. También evita uno de los principales problemas del primer libro, en el que la trama tenía varios saltos temporales que desconectaban al lector con la situación de los personajes. Lo que sí que tiene son una serie de capítulos que consisten en fantasmas contando la historia de su muerte, historias que apenas guardan relación con los sucesos de la trama.
Almas de Segunda Mano es una lectura divertida, igual que lo fue su primera parte... Es simplemente que creo que la primera parte se sentía más fresca.
Las siguientes dos o tres entradas seguirán siendo dobles, y ya de paso (aunque este no sea el lugar indicado) ya avanzo que mi siguiente resumen semanal de videojuegos tendrá que esperar al Martes, porque el Lunes no voy a tener ni tiempo ni ganas. XD
Ya sabéis lo que eso significa... Es hora de volver a las entradas dobles.
En la de hoy empezamos con Snuff, de Terry Pratchett.
El comandante de la guardia Sam Vimes siempre está ocupado. Siempre hay trabajo que hacer, casos que descubrir, matones a los que apresar... Pero más allá de las obligaciones, también está el hecho de que Vimes es, dejando las cosas claras, un obseso del trabajo. Tanto es así que cuando el patricio de la ciudad básicamente le obliga a tomarse unas vacaciones en la casa de campo con su familia, el comandante no puede evitar sentirse inquieto en un entorno en el que nunca parece ocurrir nada. Pero pronto descubrirá que sí que hay cosas que ocurren, simplemente no ocurren a la gente indicada. Tras descubrir el asesinato de una mujer, Sam Vimes se pone manos a la obra para investigar el caso. La diferencia es que, en esta ocasión, la mujer en cuestión era un trasgo... y eso significa que a nadie le importa.
Snuff es el libro #39 de la serie de Mundodisco, y el #8 de la subsaga de la Guardia, si bien a estas alturas la saga se encuentra completamente dominada por Sam Vimes, con el resto de los miembros del grupo realizando apariciones anecdóticas. No puedo decir que sea especialmente fan de esto, bajo mi punto de vista los libros de la guardia sobresalían sobre el resto de libros de Mundodisco precisamente por los distintos miembros que componían el pelotón. Pero tampoco voy a ponerme a despotricar mucho por esto; al fin y al cabo es el menor de los problemas de este libro.
Mientras escribo esta entrada puedo dar el avance de que, en realidad, ya me he leído todos los libros de Mundodisco, y que ninguno de los tres libros que quedan (incluyendo éste) me ha parecido bueno. Si bien sí puedo decir que Snuff me parece el mejor de los tres, sí que marca el punto en el que personalmente pienso que no vale la pena seguir con la serie.
Sé que esto puede resultar algo controvertido. Incluso yo mismo me siento algo incómodo escribiéndolo, al fin y al cabo a estas alturas la enfermedad de Pratchett ya estaba bastante avanzada, pero existan las razones que existan, el hecho sigue siendo que Snuff me ha parecido un libro bastante pobre, y es que, por diversas razones, hay momentos en los que se lee como un sermón.
El libro obviamente toca temas de prejuicio racial. Esto no es nada nuevo, ni en Mundodisco ni, especialmente, en la subsaga de la guardia. Los trasgos son vistos por la sociedad como objetos y mercancías a pesar de que, cuando una persona se para a conocerlos, descubre que tienen su talento, su cultura y, en general, tanto valor como el de cualquier otra persona. Los temas en ocasiones me han recordado a los de Matar a un Ruiseñor (con ciertos toques de Orgullo y Prejuicio). Todo esto, eso sí, con la sutileza de un bulldozer.
Este fue el libro donde me di cuenta de algo que quizá ya había empezado a ocurrir en los anteriores, pero que aquí se asenta como la norma: Personajes que escupen monólogos enormes en medio de conversaciones que no se sienten naturales en absoluto. La inventiva y divertida mordacidad típica de Pratchett se pierde en estas diatribas morales que carecen por completo de cualquier tipo de sutileza, y es a lo que me refiero cuando digo que el libro en ocasiones parece un sermón.
Por fortuna, estas parrafadas se van volviendo más infrecuentes a medida que la historia avanza, pero eso no hace que la novela se haga necesariamente más entretenida de leer. La mayoría de gags son o bien cosas que ya se habían visto en libros anteriores, o bien cosas que son repetidas hasta hacerse cansinas. Especial mención al sobreuso de Willikins, el mayordomo de Vimes, de quien ya sabemos desde hace tiempo que bajo su aspecto decoroso se encuentra un hábil matón callejero con contenido instinto asesino. La broma de Willikins siendo una especie de ninja encubierto es usada en Snuff para crear una especie de deus ex machina que saca las castañas del fuego al protagonista en varias ocasiones, de forma que pueden llevarse al cabo acciones que contradicen la superioridad moral de Vimes sin que ésta se vea afectada.
De hecho, Vimes en sí también ha ido recibiendo una evolución desfavorable a mis ojos. Quien era un hombre que peleaba contra viento y marea para ejercer su labor, en este libro se siente más bien como una fuerza prácticamente imparable cuya única cosa que puede detenerla es la voluntad de su mujer. Esta sensación de que todo se pone bajo control demasiado rápido no va a ser la última vez que aparezca en lo que queda de saga. Ni va a ser la vez que más pronunciada se haga tampoco.
El sentimiento general que he tenido con el libro puede resumirse en que "Esto no es Pratchett". Ya no, al menos. Pero bueno, tampoco era mi intención cebarme tanto con el tema teniendo en cuenta las circunstancias con las que fue escrito. Como dije, ni siquiera es lo peor que se avecina en la saga. Dejémoslo en que me ha parecido pobre y punto.
En una nota más positiva, Almas de Segunda Mano, de Christopher Moore.
Tras haber rechazado los intentos de las fuerzas de la oscuridad de apoderarse del mundo por primera vez, los comerciantes de la muerte de San Francisco descubren que ése no ha sido el último de sus problemas. A pesar de que la amenaza de las Morrigan ha sido rechazada, las almas de los muertos siguen desapareciendo, a la vez que fantasmas hacen acto de presencia en el puente de Golden Gate. Estas almas no son las únicas que desaparecen, sin embargo. Los perros infernales que protegían a Sophie, la heredera de los poderes de la Muerte (con M mayúscula) también andan en paradero desconocido, y Charlie Asher, su padre, está atrapado dentro del cuerpo de un producto de taxidermia chapucera. Solo es cuestión de tiempo que los poderes del inframundo se den cuenta de la situación para probar suerte de nuevo... si es que no lo están haciendo ya.
Almas de Segunda Mano es el segundo (y por ahora último) libro de la duología de los Mercaderes de la Muerte, siendo una secuela directa de Un Trabajo Muy Sucio. Los mismos personajes regresan y podemos ver como les va la vida un año después de la resolución del libro anterior, si bien algunos reciben menos atención que otros.
Ray, por ejemplo, era ya un personaje muy secundario en el primer libro, pero su presencia en el segundo es prácticamente anecdótica. En su lugar cobra más protagonismo Audrey, la monja budista más sedienta que he visto en mi vida, quien ya aparecía en el primer libro pero solo cobraba importancia hacia el final (y en mi opinión demasiado tarde). Lily, Minty y, por supuesto, Charlie regresan en esta historia, con Charlie siendo el protagonista otra vez... aunque de una forma algo menos pronunciada que en el libro anterior. Almas de Segunda Mano se siente un poco más coral que la primera parte.
El principal problema que tengo con este libro es que bebe demasiado del primero. La situación tiene sus complicaciones propias, pero al final del día el problema al que se enfrentan los personajes es demasiado similar al de Un Trabajo Muy Sucio. Existe un nuevo antagonista, pero las Morrigan también están de vuelta y se dedican a hacer básicamente lo mismo que hacían en el primer libro, excepto que con una presencia más secundaria. Aún más decepcionante es la forma con la que es tratada Sophie, la hija de Charlie. Una niña con los poderes de la muerte tiene potencial para el humor, pero al perder sus poderes a causa de la trama su presencia se ve limitada a la de motivo argumental.
Esto no significa que el libro esté mal, y el estilo de Moore sigue siendo divertido. La escena en la que Lily y su amiga roban el desfibrilador eléctrico es una risa, el libro ha dejado de lado la insistencia en describir a Charlie como "un macho beta" en pos de bromas más frescas intentando no repetir las del primero. También evita uno de los principales problemas del primer libro, en el que la trama tenía varios saltos temporales que desconectaban al lector con la situación de los personajes. Lo que sí que tiene son una serie de capítulos que consisten en fantasmas contando la historia de su muerte, historias que apenas guardan relación con los sucesos de la trama.
Almas de Segunda Mano es una lectura divertida, igual que lo fue su primera parte... Es simplemente que creo que la primera parte se sentía más fresca.
Las siguientes dos o tres entradas seguirán siendo dobles, y ya de paso (aunque este no sea el lugar indicado) ya avanzo que mi siguiente resumen semanal de videojuegos tendrá que esperar al Martes, porque el Lunes no voy a tener ni tiempo ni ganas. XD
Las canciones que las Híades han de entonar,
donde flamean los andrajos del Rey,
deben morir sin haberse escuchado
en la sombría Carcosa
donde flamean los andrajos del Rey,
deben morir sin haberse escuchado
en la sombría Carcosa
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