15-03-2022 21:20
Pues llegó el 44 AC, llegaron las idus de marzo, y llegó lo que tocaba historicamente. He conocido a Cayo Julio Cesar desde el segundo libro de Señores de Roma, y en el sexto despedirse del personaje ha sido... no sé... que se me ha ido algo. Pero lo que continua me está pareciendo fascinante, porque la convulsión de Roma, de la ¿República? Todos los tejemanejes entre personajes, ese COLOSAL juego de tronos latino, me está devorando en interés. Como ya he comentado algunas veces, la autora decidió a partir del cuarto libro, habiendo mucha más documentación del momento, de los personajes y de la figura de Cesar, centrarse en mayor medida en él, haciendo que la conclusión de las Guerras Mitridáticas sucedan casi que fuera de cámara, cuando conocimos de forma directa al Rey Mitrídates del Ponto en su plena juventud en el segundo libro. Aquí ya es Mitrídates el Grande como se le llama para diferenciarlo de una recua de personajes surgidos de él y su obtuso linaje. De hecho, lo de los nombres así como lugares, política, tribus, organización social y religiosa... sin duda puede ser confuso, pero se esfuerza tanto en conducir al lector y recordar acontecimientos y nombres como en hacer que esa conducción y lazos no resulten farrangosos o rompan la fluidez. Viendo que me quedan ciento y pico páginas, creo que ya sé por donde cortará este libro.
Pero mientras tanto, disfruto como un gorrino entre ese Marco Antonio taimado y sin moral ni escrúpulos, y el joven 'Octaviano' que llegará a donde llegará, como lo hará también su primo. Aunque los asuntos más complicados de las vidas de ambos se contarán en el último libro. Lo bueno es que dejo pasar tiempo entre unos y otros (creo que el primer libro me lo leí en 2015) y no me desconecto, tanto por esa fascinación general que me produce esta saga, como por esa impecable labor de conducción y escritura de Colleen McCullough, que los nummen sin nombre ni rostro que presidian Roma acojan su alma.
(Ultima edición: 15-03-2022 21:22 por Rosstheboss.)
Pero mientras tanto, disfruto como un gorrino entre ese Marco Antonio taimado y sin moral ni escrúpulos, y el joven 'Octaviano' que llegará a donde llegará, como lo hará también su primo. Aunque los asuntos más complicados de las vidas de ambos se contarán en el último libro. Lo bueno es que dejo pasar tiempo entre unos y otros (creo que el primer libro me lo leí en 2015) y no me desconecto, tanto por esa fascinación general que me produce esta saga, como por esa impecable labor de conducción y escritura de Colleen McCullough, que los nummen sin nombre ni rostro que presidian Roma acojan su alma.