03-06-2019 22:22
Leido Las Naves de la Locura.
Como dije arriba, es el segundo de la trilogía de Las Leyes del Mar, y al igual que el primero, se trata de un libro de lectura lenta. Lenta y, sin embargo, bastante entretenida. A pesar de que en realidad no ocurre gran cosa durante todo el libro hasta llegar al final, los personajes que guian la historia se me hacen muy interesantes y están muy bien escritos.
La historia sigue a Althea, la hija de los mercaderes que sigue empeñada en recuperar el barco de su padre, que fue cedido a su cuñado. Barco que, por cierto, ha sido capturado por piratas. Bueno, digo que el libro sigue a Althea, pero en realidad es uno de esos libros que siguen a diversos personajes a la vez, y Althea es de hecho una de las protagonistas que menos vi relucir en esta entrega. Gran parte del protagonismo ha sido relegado a su sobrina, Malta, un personaje bastante secundario en la primera entrega, pero que en esta casi podría considerarse el personaje principal.
Malta es una niñata malcriada, desafiante, precoz y manipuladora que se cree capaz de comerse el mundo, pero a medida que avanza la historia y se va dando cuenta de que el mundo se la está comiendo a ella y a toda su familia, su personaje da un giro bastante notable. Cuando llegas al final del libro, Malta ha madurado a niveles que no se espera uno al empezar a leerlo, teniendo en cuenta lo insoportable que es la cría al principio.
Lo otros personajes que reciben bastante atención son Kennit, el capitán pirata que capturó la Vivacia, y Winthrow, el hermano de Malta, que estaba en la tripulación original y es el único tripulante que sigue con vida y a bordo del barco (sin contar a su padre, el capitán, a quien encierran como prisionero). En este libro Kennit no tiene una presencia muy antagonística debido a que se le trata más bien como a otro protagonista más. Volvemos a tener un atisbo de la psique del pirata, un tipo obsesionado con el poder que está empeñado en convertirse en el rey de las Islas Piratas, y para ello ayuda a la gente liberando barcos de esclavos y apoyando labores de reconstrucción, pero con la verdadera intención de labrarse un nombre y conseguir la fidelidad de la gente para cuando finalmente haga movimientos para obtener el poder. La gente le ve como una especie de héroe, pero en realidad es una persona insegura y paranoica que ansia el control por encima de todo.
Winthrow, por su parte, ve como Kennit no llega a ser el pirata sanguinario que había creído que era, pero igualmente no tarda en calar sus verdaderas motivaciones. Igualmente, su lucha interna consiste en convencerse de si Kennit es realmente un mal necesario o no, y de si debería ayudarle a pesar de todo. Al fin y al cabo, Kennit está liberando esclavos, haciendo que el comercio de éstos sea cada vez menos lucrativo, y también ayudando a asentamientos y pueblos de mala muerte a florecer de nuevo. Incluso si Kennit es un manipulador y un obseso,quizá su presencia sea más buena que mala al fin y al cabo. Así parece verlo Vivacia, el barco parlante, que durante el primer libro era amiga íntima de Winthrow, pero durante este segundo empieza a favorecer cada vez más la forma de ver de Kennit.
La subtrama de Winthrow y Kennit también añade un personaje que en el primer libro era bastante secundario: Etta, o como la llaman las malas lenguas, "la puta de Kennit". Era la prostituta preferida del pirata en uno de los puertos, y en el libro anterior, después de que unos tipos intentasen matarle en el burdel, se la llevó con él a alta mar para dejarle claro a la madam quien manda y que cosas son de su propiedad. Etta idolatriza a Kennit y es probablemente la pirata más fanática de su tripulación, pero con el tiempo va abriéndose poco a poco a Winthrow. A pesar de ello, sigue empeñada en que ella le pertenece a Kennit, cosa que el capitán aprovecha para manipularla, por ejemplo, cuando se acuesta con ella para darle celos a Vivacia cuando intentaba convencerla para que se convirtiese en una nave pirata. Etta es una marioneta a manos de Kennit. Está por ver si en el tercer libro el personaje despertará de su letargo, pero por ahora la tipa es implacable con cualquiera que le ponga el dedo encima a su capitán.
Más allá de eso, Althea y Brashen deciden reparar otro barco parlante, el Dechado, con la ayuda de Ambar, la carpintera, para embarcarse en él e ir a recuperar la Vivacia. El problema es que Dechado es un barco demente. Causó la muerte de toda su anterior tripulación, y desde entonces lo escoraron en una playa dejándolo a su suerte. Navegar con él no va a ser fácil, pero poco a poco van convenciéndole para que coopere. Su evolución no es tan radical como la de Malta, sin embargo, y al final de la novela su actitud sigue siendo bastante imprevisible.
El libro también contiene una trama muy impoerante de politiqueo y economía. Los comerciantes del Mitonar, la familia de Althea y Malta entre ellos, ven como su modo de vida corre peligro por la influencia de nuevos mercaderes más desaprensivos. El malestar incrementa con el tiempo hasta que al final del libro se pega un vuelco bastante inesperado. El libro también introduce al Sátrapa Cosgo, el líder de Jamaillia, la nación protectora del Mitonar, un individuo incompetente y decadente que vive para el hedonismo y el placer, y a su consejera Serilla, quien le ha dado ya por perdido e intenta hacer de intermediaria entre Jamaillia y el Mitonar. Las cosas no salen como ella había planeado al final, pero es gracias a su precepción que se evita un desastre más grande aún.
Y, finalmente, al principio de cada parte del libro se sigue un poco la trama de las serpientes marinas, que siguen intentando recordar de donde vienen, que son, y a donde tienen que llegar. Las cosas están ya bastante claras en este libro, a diferencia del primero, en el que las partes de las serpientes eran algo confusas. Se confirma lo que todos sabíamos al final del primer libro aunque no se dijese como tal (las serpientes marinas son el estado larvario de los dragones, y los barcos vivientes están íntimamente relacionados con ellas), y justo al final aparece un nuevo personaje que está muy ligado con las bestias subacuáticas.
En fin, tras un par de libros que no me gustaron mucho y otro que ni fu ni fa, me ha gustado poder volver a leer algo de lo que he disfrutado tanto. El tercero cae fijo.
Como dije arriba, es el segundo de la trilogía de Las Leyes del Mar, y al igual que el primero, se trata de un libro de lectura lenta. Lenta y, sin embargo, bastante entretenida. A pesar de que en realidad no ocurre gran cosa durante todo el libro hasta llegar al final, los personajes que guian la historia se me hacen muy interesantes y están muy bien escritos.
La historia sigue a Althea, la hija de los mercaderes que sigue empeñada en recuperar el barco de su padre, que fue cedido a su cuñado. Barco que, por cierto, ha sido capturado por piratas. Bueno, digo que el libro sigue a Althea, pero en realidad es uno de esos libros que siguen a diversos personajes a la vez, y Althea es de hecho una de las protagonistas que menos vi relucir en esta entrega. Gran parte del protagonismo ha sido relegado a su sobrina, Malta, un personaje bastante secundario en la primera entrega, pero que en esta casi podría considerarse el personaje principal.
Malta es una niñata malcriada, desafiante, precoz y manipuladora que se cree capaz de comerse el mundo, pero a medida que avanza la historia y se va dando cuenta de que el mundo se la está comiendo a ella y a toda su familia, su personaje da un giro bastante notable. Cuando llegas al final del libro, Malta ha madurado a niveles que no se espera uno al empezar a leerlo, teniendo en cuenta lo insoportable que es la cría al principio.
Lo otros personajes que reciben bastante atención son Kennit, el capitán pirata que capturó la Vivacia, y Winthrow, el hermano de Malta, que estaba en la tripulación original y es el único tripulante que sigue con vida y a bordo del barco (sin contar a su padre, el capitán, a quien encierran como prisionero). En este libro Kennit no tiene una presencia muy antagonística debido a que se le trata más bien como a otro protagonista más. Volvemos a tener un atisbo de la psique del pirata, un tipo obsesionado con el poder que está empeñado en convertirse en el rey de las Islas Piratas, y para ello ayuda a la gente liberando barcos de esclavos y apoyando labores de reconstrucción, pero con la verdadera intención de labrarse un nombre y conseguir la fidelidad de la gente para cuando finalmente haga movimientos para obtener el poder. La gente le ve como una especie de héroe, pero en realidad es una persona insegura y paranoica que ansia el control por encima de todo.
Winthrow, por su parte, ve como Kennit no llega a ser el pirata sanguinario que había creído que era, pero igualmente no tarda en calar sus verdaderas motivaciones. Igualmente, su lucha interna consiste en convencerse de si Kennit es realmente un mal necesario o no, y de si debería ayudarle a pesar de todo. Al fin y al cabo, Kennit está liberando esclavos, haciendo que el comercio de éstos sea cada vez menos lucrativo, y también ayudando a asentamientos y pueblos de mala muerte a florecer de nuevo. Incluso si Kennit es un manipulador y un obseso,quizá su presencia sea más buena que mala al fin y al cabo. Así parece verlo Vivacia, el barco parlante, que durante el primer libro era amiga íntima de Winthrow, pero durante este segundo empieza a favorecer cada vez más la forma de ver de Kennit.
La subtrama de Winthrow y Kennit también añade un personaje que en el primer libro era bastante secundario: Etta, o como la llaman las malas lenguas, "la puta de Kennit". Era la prostituta preferida del pirata en uno de los puertos, y en el libro anterior, después de que unos tipos intentasen matarle en el burdel, se la llevó con él a alta mar para dejarle claro a la madam quien manda y que cosas son de su propiedad. Etta idolatriza a Kennit y es probablemente la pirata más fanática de su tripulación, pero con el tiempo va abriéndose poco a poco a Winthrow. A pesar de ello, sigue empeñada en que ella le pertenece a Kennit, cosa que el capitán aprovecha para manipularla, por ejemplo, cuando se acuesta con ella para darle celos a Vivacia cuando intentaba convencerla para que se convirtiese en una nave pirata. Etta es una marioneta a manos de Kennit. Está por ver si en el tercer libro el personaje despertará de su letargo, pero por ahora la tipa es implacable con cualquiera que le ponga el dedo encima a su capitán.
Más allá de eso, Althea y Brashen deciden reparar otro barco parlante, el Dechado, con la ayuda de Ambar, la carpintera, para embarcarse en él e ir a recuperar la Vivacia. El problema es que Dechado es un barco demente. Causó la muerte de toda su anterior tripulación, y desde entonces lo escoraron en una playa dejándolo a su suerte. Navegar con él no va a ser fácil, pero poco a poco van convenciéndole para que coopere. Su evolución no es tan radical como la de Malta, sin embargo, y al final de la novela su actitud sigue siendo bastante imprevisible.
El libro también contiene una trama muy impoerante de politiqueo y economía. Los comerciantes del Mitonar, la familia de Althea y Malta entre ellos, ven como su modo de vida corre peligro por la influencia de nuevos mercaderes más desaprensivos. El malestar incrementa con el tiempo hasta que al final del libro se pega un vuelco bastante inesperado. El libro también introduce al Sátrapa Cosgo, el líder de Jamaillia, la nación protectora del Mitonar, un individuo incompetente y decadente que vive para el hedonismo y el placer, y a su consejera Serilla, quien le ha dado ya por perdido e intenta hacer de intermediaria entre Jamaillia y el Mitonar. Las cosas no salen como ella había planeado al final, pero es gracias a su precepción que se evita un desastre más grande aún.
Y, finalmente, al principio de cada parte del libro se sigue un poco la trama de las serpientes marinas, que siguen intentando recordar de donde vienen, que son, y a donde tienen que llegar. Las cosas están ya bastante claras en este libro, a diferencia del primero, en el que las partes de las serpientes eran algo confusas. Se confirma lo que todos sabíamos al final del primer libro aunque no se dijese como tal (las serpientes marinas son el estado larvario de los dragones, y los barcos vivientes están íntimamente relacionados con ellas), y justo al final aparece un nuevo personaje que está muy ligado con las bestias subacuáticas.
En fin, tras un par de libros que no me gustaron mucho y otro que ni fu ni fa, me ha gustado poder volver a leer algo de lo que he disfrutado tanto. El tercero cae fijo.
Las canciones que las Híades han de entonar,
donde flamean los andrajos del Rey,
deben morir sin haberse escuchado
en la sombría Carcosa
donde flamean los andrajos del Rey,
deben morir sin haberse escuchado
en la sombría Carcosa
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