07-12-2012 23:06
Estoy escribiendo una pequeña historia en mi Blog que reflexiona sobre nuestra condición. Me apetece compartirla con vosotros/as
Os dejo los dos primeros capítulos, pronto colgaré los siguientes:
CAPÍTULO I
No queda mucho para que suceda lo que los medios, los pocos que aún emiten, llaman: ÔÇ£El fin de nuestros díasÔÇØ. El asunto empezó en algún punto de Rusia y se ha extendido con rapidez por todo el continente, algo así como la peste que asoló a Europa en el siglo XIV. Sólo que esto no ha quedado aquí, en pocas semanas la pandemia saltó con virulencia el charco. Actualmente la infección es de alcance mundial y nadie está ya a salvo. Pero eso poco importa ahora, como nos han anunciado, es cuestión de días para que no quede nada sobre la faz de la Tierra, ni siquiera las cenizas de los cuerpos que serán barridos por las bombas nucleares que se van a lanzar.┬á
El asunto es de tal dimensión que no quedaremos supervivientes, excepto los elegidos. De entre toda la población se ha escogido a los mejores en todos los campos, los cuales han sido enviados a grandes naves bajo tierra para salvaguardar la perpetuación de la raza humana. En medio de la anarquía en la cual sobrevivimos actualmente, cada hombre y mujer con vida ha donado respectivamente su esperma y óvulos. Según las informaciones, en esos laboratorios subterráneos hay unas máquinas que determinaran la compatibilidad de unos con otros, naciendo bebés en placentas artificiales. Se calcula que dentro de unos 30 años la superficie de la Tierra será otra vez habitable y para entonces estos sujetos, porque no sé si llamarlos personas, ya serán adultos y podrán salir al exterior sin riesgo de ser intoxicados por el aire.
Sobre la donación, realmente no importaba si estabas enfermo, mientras no fuera de la enfermedad incurable. Se nos ha pedido colaboración a cualquier persona que quedara en edad de procrear, tanto viejos como niños, siempre y cuando pudieras llegar a los puntos de encuentro. Estos puntos de encuentro son pequeñas fortificaciones llevadas por los militares donde los infectados aún no han llegado a extender la muerte. No sin dificultad y con mucho sufrimiento, logré llegar allí hace escasamente una semana, antes de estar parapetado en este zulo desde donde ahora escribo. En la base militar me hicieron mil pruebas, obtuvieron lo que necesitaban de mí y después, como a tantos otros, nos expulsaron fuera a nuestra suerte.
Antes de eso, a cada uno nos fueron entregados unos dispositivos electrónicos que están conectados de algún modo a los centros bajo Tierra que he citado anteriormente. Estos dispositivos permiten mandar mensajes a un buzón personalizado, hasta que suenen las sirenas que anuncian que en un cuarto de hora será lanzado el racimo de bombas que llevará a la destrucción de todo lo que conocemos hasta ahora. En estos mensajes se nos solicitó que dijéramos unas palabras a nuestros hijos, hablándoles a nuestro futuro de cómo era su pasado y de, en cierto modo, porque hemos llegado hasta donde hemos llegado.┬á
Vaya, resulta muy extraño, voy a ser padre cuando ni siquiera tengo una pareja. Es gracioso, con la última fantaseaba sobre cómo serían nuestros hijos. Quería mucho a esa chica, estaba un poco loca pero era tan guapaÔǪ me pregunto que será de ella y si estará aún con vida. ¡Joder! aún no me lo puedo creer, voy a ser padre, sí, un hijo o hija nacido de mi esperma y del óvulo de una mujer compatible conmigo, aunque pienso que en cierto modo será un hijo bastardo. Creo yo, esa mujer, no sé si la habría elegido en la vida realÔǪ o mejor dicho, si ella se habría fijado en un tipo como yo. No es que tenga demasiadas cualidades ¿Sabes? Sea como sea, considero que nuestro hijo no será un hijo del amor, si no que será un hijo de la genética y la destrucción.
CAPÍTULO II
Qué cabeza la mía, se me olvidó comentar antes que en los laboratorios bajo tierra también hay bebés naturales, quiero decir, criaturas nacidas del amor entre una madre y un padre. Son recién nacidos de entre los científicos, de entre los hombres de fe, de entre la gente poderosa, ya sabes, de entre ese tipo de personalidades. Hay un acuerdo mundial, incluso aceptado por los rusos, por el cual estos hijos serán educados del mismo modo que a los genéticos, pero sólo los últimos pisarán la superficie de la Tierra, dejando a los primeros criogenizados por si la nueva generación no pudieran perpetuar la especie de forma natural. Sus padres, los que aún queden con vida en los refugios, se encargarán de monitorizar desde la distancia a la nueva generación, pero tampoco estos verán la luz del día.
En estos tiempos puede sonar contraproducente que los que gobiernan, los que vayan a seguir respirando después de las bombas, queden hipotecados tras el Apocalipsis. La razón que se nos ha dado es que puesto que el hombre actual, el de hoy en día, nos ha llevado a esta situación de exterminio, no se le permite que vuelva a pisar la nueva Tierra. Es chocante, lógico, o al contrario, no lo sé, la verdad es que no lo séÔǪ Es algo estúpido que el ser humano quiera jugar a ser Dios, que de un día para otro estalle una epidemia como ésta por el jingoísmo científico, que más tarde se acabe barriendo cualquier conato de vida sobre el planeta con sus bombas y que, al mismo tiempo, se preocupe de que la vida siga, aunque ahora no haya frenos por destruirla. O puede que éste sea un modo de mantener tranquilos a los pocos que aún quedamos desperdigados entre los no muertos. Cualquiera lo sabe.
La verdad, no puedo concentrarme demasiado, allá afuera a escasos metros de estas paredes se escuchan los gemidos de los que deambulan desde la otra vida, los oigo cada noche arañar la pintura del exterior de este habitáculo. No me queda mucha comida en la mochila, tampoco tiempo antes de que todo esto estalle, pero debo continuar, mientras quede un mañana, tengo que tratar de ser fuerte.
Hablarle a un hijo que no conozco ¿Sobre qué? ¿Sobre mí? ¿Sobre ella? Me siento ahora tan mal. Perdona lo de hijo bastardo, o mi aire de desconcierto, perdona que no me haya dirigido aún a ti hasta ahora. Supongo que escribo para los dos, o puede que, hijo, creo que estoy algo nervioso. Quizás deba contarte por qué tu padre no te ha concebido como a los otros, de modo natural, fruto del amor. Tengo que contarte por qué tu padre no pudo tenerte en la Tierra ni pudo evitar esta catástrofe, debo hablarte de mí, del mundo, darte consejos sobre la vida, previas advertencias a tus futuras dudas, caídas, llantos, qué partes de la historia debo contar, cuales debo omitir, cómo sabré que son las acertadas, las correctasÔǪ vaya, qué hacer, qué decir, qué contar. ¿Qué contará tu madre al respecto? ¿Por dónde empezará? ¿Por dónde terminará? ¿Qué necesitas saber para qué todo te vaya bien? No sé bien, bien cómo empezar mi amor.
Tal vez si pudiera leer algún mensaje de los demás a sus futuros hijosÔǪ Qué les dicen, qué les cuentan, de qué les hablan, qué les escriben sobre qué es la vida, el amor, el fracaso, por qué hacemos daño a los demás. Ojalá pudiera conocer sus relaciones, sus miedos, sus deseos, sus sueñosÔǪ es tan duro hablarte de todo esto, no puedo evitar sentir un vértigo enorme al pensar qué te voy a decir, por qué piense lo que piense, siempre al fondo veo la misma luz, el mismo sabor, la misma consecuencia, la misma derrota, el fracaso, el fracaso mío personal y del hombre, la muerte no natural, la llamada destrucción.┬á
Os dejo los dos primeros capítulos, pronto colgaré los siguientes:
CAPÍTULO I
No queda mucho para que suceda lo que los medios, los pocos que aún emiten, llaman: ÔÇ£El fin de nuestros díasÔÇØ. El asunto empezó en algún punto de Rusia y se ha extendido con rapidez por todo el continente, algo así como la peste que asoló a Europa en el siglo XIV. Sólo que esto no ha quedado aquí, en pocas semanas la pandemia saltó con virulencia el charco. Actualmente la infección es de alcance mundial y nadie está ya a salvo. Pero eso poco importa ahora, como nos han anunciado, es cuestión de días para que no quede nada sobre la faz de la Tierra, ni siquiera las cenizas de los cuerpos que serán barridos por las bombas nucleares que se van a lanzar.┬á
El asunto es de tal dimensión que no quedaremos supervivientes, excepto los elegidos. De entre toda la población se ha escogido a los mejores en todos los campos, los cuales han sido enviados a grandes naves bajo tierra para salvaguardar la perpetuación de la raza humana. En medio de la anarquía en la cual sobrevivimos actualmente, cada hombre y mujer con vida ha donado respectivamente su esperma y óvulos. Según las informaciones, en esos laboratorios subterráneos hay unas máquinas que determinaran la compatibilidad de unos con otros, naciendo bebés en placentas artificiales. Se calcula que dentro de unos 30 años la superficie de la Tierra será otra vez habitable y para entonces estos sujetos, porque no sé si llamarlos personas, ya serán adultos y podrán salir al exterior sin riesgo de ser intoxicados por el aire.
Sobre la donación, realmente no importaba si estabas enfermo, mientras no fuera de la enfermedad incurable. Se nos ha pedido colaboración a cualquier persona que quedara en edad de procrear, tanto viejos como niños, siempre y cuando pudieras llegar a los puntos de encuentro. Estos puntos de encuentro son pequeñas fortificaciones llevadas por los militares donde los infectados aún no han llegado a extender la muerte. No sin dificultad y con mucho sufrimiento, logré llegar allí hace escasamente una semana, antes de estar parapetado en este zulo desde donde ahora escribo. En la base militar me hicieron mil pruebas, obtuvieron lo que necesitaban de mí y después, como a tantos otros, nos expulsaron fuera a nuestra suerte.
Antes de eso, a cada uno nos fueron entregados unos dispositivos electrónicos que están conectados de algún modo a los centros bajo Tierra que he citado anteriormente. Estos dispositivos permiten mandar mensajes a un buzón personalizado, hasta que suenen las sirenas que anuncian que en un cuarto de hora será lanzado el racimo de bombas que llevará a la destrucción de todo lo que conocemos hasta ahora. En estos mensajes se nos solicitó que dijéramos unas palabras a nuestros hijos, hablándoles a nuestro futuro de cómo era su pasado y de, en cierto modo, porque hemos llegado hasta donde hemos llegado.┬á
Vaya, resulta muy extraño, voy a ser padre cuando ni siquiera tengo una pareja. Es gracioso, con la última fantaseaba sobre cómo serían nuestros hijos. Quería mucho a esa chica, estaba un poco loca pero era tan guapaÔǪ me pregunto que será de ella y si estará aún con vida. ¡Joder! aún no me lo puedo creer, voy a ser padre, sí, un hijo o hija nacido de mi esperma y del óvulo de una mujer compatible conmigo, aunque pienso que en cierto modo será un hijo bastardo. Creo yo, esa mujer, no sé si la habría elegido en la vida realÔǪ o mejor dicho, si ella se habría fijado en un tipo como yo. No es que tenga demasiadas cualidades ¿Sabes? Sea como sea, considero que nuestro hijo no será un hijo del amor, si no que será un hijo de la genética y la destrucción.
CAPÍTULO II
Qué cabeza la mía, se me olvidó comentar antes que en los laboratorios bajo tierra también hay bebés naturales, quiero decir, criaturas nacidas del amor entre una madre y un padre. Son recién nacidos de entre los científicos, de entre los hombres de fe, de entre la gente poderosa, ya sabes, de entre ese tipo de personalidades. Hay un acuerdo mundial, incluso aceptado por los rusos, por el cual estos hijos serán educados del mismo modo que a los genéticos, pero sólo los últimos pisarán la superficie de la Tierra, dejando a los primeros criogenizados por si la nueva generación no pudieran perpetuar la especie de forma natural. Sus padres, los que aún queden con vida en los refugios, se encargarán de monitorizar desde la distancia a la nueva generación, pero tampoco estos verán la luz del día.
En estos tiempos puede sonar contraproducente que los que gobiernan, los que vayan a seguir respirando después de las bombas, queden hipotecados tras el Apocalipsis. La razón que se nos ha dado es que puesto que el hombre actual, el de hoy en día, nos ha llevado a esta situación de exterminio, no se le permite que vuelva a pisar la nueva Tierra. Es chocante, lógico, o al contrario, no lo sé, la verdad es que no lo séÔǪ Es algo estúpido que el ser humano quiera jugar a ser Dios, que de un día para otro estalle una epidemia como ésta por el jingoísmo científico, que más tarde se acabe barriendo cualquier conato de vida sobre el planeta con sus bombas y que, al mismo tiempo, se preocupe de que la vida siga, aunque ahora no haya frenos por destruirla. O puede que éste sea un modo de mantener tranquilos a los pocos que aún quedamos desperdigados entre los no muertos. Cualquiera lo sabe.
La verdad, no puedo concentrarme demasiado, allá afuera a escasos metros de estas paredes se escuchan los gemidos de los que deambulan desde la otra vida, los oigo cada noche arañar la pintura del exterior de este habitáculo. No me queda mucha comida en la mochila, tampoco tiempo antes de que todo esto estalle, pero debo continuar, mientras quede un mañana, tengo que tratar de ser fuerte.
Hablarle a un hijo que no conozco ¿Sobre qué? ¿Sobre mí? ¿Sobre ella? Me siento ahora tan mal. Perdona lo de hijo bastardo, o mi aire de desconcierto, perdona que no me haya dirigido aún a ti hasta ahora. Supongo que escribo para los dos, o puede que, hijo, creo que estoy algo nervioso. Quizás deba contarte por qué tu padre no te ha concebido como a los otros, de modo natural, fruto del amor. Tengo que contarte por qué tu padre no pudo tenerte en la Tierra ni pudo evitar esta catástrofe, debo hablarte de mí, del mundo, darte consejos sobre la vida, previas advertencias a tus futuras dudas, caídas, llantos, qué partes de la historia debo contar, cuales debo omitir, cómo sabré que son las acertadas, las correctasÔǪ vaya, qué hacer, qué decir, qué contar. ¿Qué contará tu madre al respecto? ¿Por dónde empezará? ¿Por dónde terminará? ¿Qué necesitas saber para qué todo te vaya bien? No sé bien, bien cómo empezar mi amor.
Tal vez si pudiera leer algún mensaje de los demás a sus futuros hijosÔǪ Qué les dicen, qué les cuentan, de qué les hablan, qué les escriben sobre qué es la vida, el amor, el fracaso, por qué hacemos daño a los demás. Ojalá pudiera conocer sus relaciones, sus miedos, sus deseos, sus sueñosÔǪ es tan duro hablarte de todo esto, no puedo evitar sentir un vértigo enorme al pensar qué te voy a decir, por qué piense lo que piense, siempre al fondo veo la misma luz, el mismo sabor, la misma consecuencia, la misma derrota, el fracaso, el fracaso mío personal y del hombre, la muerte no natural, la llamada destrucción.┬á