26-10-2018 18:54
Ha pasado ya casi una semana desde que completara Return of the Obra Dinn y no he parado de pensar en ello. Quiero quitar el comentario más superfluo de todos de en medio para centrarme en otros temas: Return of the Obra Dinn es el mejor juego del año. Lo realmente interesante de esta afirmación es cómo en una época donde todos nos hemos cansado de hablar de diseños sistémicos, de agencia, de expresividad jugable, de nuestras propias historias con cada partida, donde parecía que teníamos resueltos los grandes cimientos del videojuego y donde sólo tocaba hacer crecer el medio a lo alto (RDR2, te estoy mirando), Lucas Pope saca un juego sin (aparentemente) nada de lo anterior, nos demuestra que no sabemos nada y que aún hay formas poderosas y únicas de transmitir sensaciones en el medio por descubrir.
En cuanto al resto que quería comentar, lo primero: a pesar de lo diferente que parece a primera vista Obra Dinn de sus otros juegos, lo último de Pope lleva indudablemente su firma. Su magia se basa en coger sistemas simples, cotidianos y rutinarios, y transformarlos en el motor de experiencias únicas. El bucle central de Obra Dinn no difiere demasiado de Paper, Please en cuanto a la necesidad de atender al detalle, memorizar patrones, y buscar y ordenar la información disponible, que, a su vez, son el tipo de cualidades necesarias para cualquier trabajo burocrático. En román paladino: Lucas Pope transforma trabajo en videojuegos. Y sin embargo, mirándolo desde la perspectiva de qué consiguen como juego y cómo se muestran al jugador, son juegos diametralmente opuestos. Donde Papers, Please es un juego que crea un espacio expresivo junto al jugador para transmitir un mensaje, en Obra Dinn nuestra forma de afectar al mundo presentado y expresarnos en él es casi inexistente.
La gran genialidad de Obra Dinn se basa en apelar al tipo de inteligencia que usamos cuando afrontamos puzzles para entender y completar una historia. ¿Quién es ése, qué hace ahí, con quién se junta, qué quiere, qué busca? Para cuando terminemos Obra Dinn, conoceremos infinitamente mejor a sus 60 tripulantes de lo que hubiéramos hecho en cualquier otras 10 horas de cualquier otro juego del medio. A muchos de ellos, sin haberles escuchado ni un segundo. A todos, sin haberles visto moverse ni un instante. Por tanto, no es casualidad, sino consecuencia de que el juego sea mecánicamente un gran puzzle.
Me gustaría hacer un pequeño aparte: no es habitual aún en el medio referirse a los procesos mentales por los que pasa el jugador mientras juega cuando se trata de revisar un juego - la única excepción frecuente es, obviamente, los juegos de puzzles. Todo aquello que no se "verbalice" en el juego y tenga una repercusión explícita en pantalla es habitualmente obviado o excluido de ser catalogado como "jugabilidad". Existe un tipo de jugabilidad "no-verbal", sin impacto explícito en el mundo representado, que hace que muchos juegos funcionen y que provoca que mucha gente se sorprenda de por qué sigue jugando a un título que en principio no le gusta. Obra Dinn no es un barco, es un tren a toda máquina que no deja descansar tu cabeza ni un solo instante. Y esto es lo que hace que un juego sin aparentemente espacio para que el jugador se exprese, que aparentemente da escasa agencia al jugador, sea todo lo contrario: la historia irá tomando forma de manera distinta en la cabeza de cada persona, con sus descubrimientos y sus ideas, sus asociaciones y sus opiniones, creando una experiencia única para cada jugador. Obra Dinn es explícitamente un juego determinista en el mundo que nos muestra - implícitamente en nuestra cabeza, esa determinación es personal e intransferible.
Obra Dinn abrirá un género o sub-género, no me cabe duda. Una de las curiosidades del medio es que las modas son cápsulas del tiempo que traen de vuelta algo rompedor o "en vogue" de dos/tres/cuatro años atrás dado el tiempo de desarrollo que conlleva crear algo. Empezaremos a ver "obra-dinners" en 2020 - para entonces Lucas Pope probablemente tenga entre manos algo que nos vuelva a hacer replantearnos el videojuego como medio. Por favor, dejad RDR2 y jugad al mejor juego del año.
(Ultima edición: 27-10-2018 12:34 por bloodybadger.)
En cuanto al resto que quería comentar, lo primero: a pesar de lo diferente que parece a primera vista Obra Dinn de sus otros juegos, lo último de Pope lleva indudablemente su firma. Su magia se basa en coger sistemas simples, cotidianos y rutinarios, y transformarlos en el motor de experiencias únicas. El bucle central de Obra Dinn no difiere demasiado de Paper, Please en cuanto a la necesidad de atender al detalle, memorizar patrones, y buscar y ordenar la información disponible, que, a su vez, son el tipo de cualidades necesarias para cualquier trabajo burocrático. En román paladino: Lucas Pope transforma trabajo en videojuegos. Y sin embargo, mirándolo desde la perspectiva de qué consiguen como juego y cómo se muestran al jugador, son juegos diametralmente opuestos. Donde Papers, Please es un juego que crea un espacio expresivo junto al jugador para transmitir un mensaje, en Obra Dinn nuestra forma de afectar al mundo presentado y expresarnos en él es casi inexistente.
La gran genialidad de Obra Dinn se basa en apelar al tipo de inteligencia que usamos cuando afrontamos puzzles para entender y completar una historia. ¿Quién es ése, qué hace ahí, con quién se junta, qué quiere, qué busca? Para cuando terminemos Obra Dinn, conoceremos infinitamente mejor a sus 60 tripulantes de lo que hubiéramos hecho en cualquier otras 10 horas de cualquier otro juego del medio. A muchos de ellos, sin haberles escuchado ni un segundo. A todos, sin haberles visto moverse ni un instante. Por tanto, no es casualidad, sino consecuencia de que el juego sea mecánicamente un gran puzzle.
Me gustaría hacer un pequeño aparte: no es habitual aún en el medio referirse a los procesos mentales por los que pasa el jugador mientras juega cuando se trata de revisar un juego - la única excepción frecuente es, obviamente, los juegos de puzzles. Todo aquello que no se "verbalice" en el juego y tenga una repercusión explícita en pantalla es habitualmente obviado o excluido de ser catalogado como "jugabilidad". Existe un tipo de jugabilidad "no-verbal", sin impacto explícito en el mundo representado, que hace que muchos juegos funcionen y que provoca que mucha gente se sorprenda de por qué sigue jugando a un título que en principio no le gusta. Obra Dinn no es un barco, es un tren a toda máquina que no deja descansar tu cabeza ni un solo instante. Y esto es lo que hace que un juego sin aparentemente espacio para que el jugador se exprese, que aparentemente da escasa agencia al jugador, sea todo lo contrario: la historia irá tomando forma de manera distinta en la cabeza de cada persona, con sus descubrimientos y sus ideas, sus asociaciones y sus opiniones, creando una experiencia única para cada jugador. Obra Dinn es explícitamente un juego determinista en el mundo que nos muestra - implícitamente en nuestra cabeza, esa determinación es personal e intransferible.
Obra Dinn abrirá un género o sub-género, no me cabe duda. Una de las curiosidades del medio es que las modas son cápsulas del tiempo que traen de vuelta algo rompedor o "en vogue" de dos/tres/cuatro años atrás dado el tiempo de desarrollo que conlleva crear algo. Empezaremos a ver "obra-dinners" en 2020 - para entonces Lucas Pope probablemente tenga entre manos algo que nos vuelva a hacer replantearnos el videojuego como medio. Por favor, dejad RDR2 y jugad al mejor juego del año.