Un año con The Wonderful 101

Hace ya un año que se puso a la venta la última maravilla Platinum Games. Estamos, pues, un poco más cerca de poder decir que chiconuclear llevaba razón cuando lo definió como ┬½el juego al que Hideki Kamiya quiere que juegues durante el resto de tu vida┬╗; es relativamente fácil hacer que The Wonderful 101 dure más de 365 días.

Yo mismo tardé mucho más de lo que esperaba en acabarlo. En parte, ya lo he comentado varias veces, porque es absurdamente denso y exigente: si vas a las medallas que más brillan, lo habitual es reiniciar mucho y avanzar muy poco. Sin embargo, cada vez tengo más claro que también estaba intentando alargar la partida. Como aquella vez que volví a empezar Los Soprano antes de ver el último episodio, quería retrasar lo inevitable. The Wonderful 101 parece el final de algo que no quiero que termine.

Todos sabíamos que se la iba a pegar. Y se la pegó. Lo que como mínimo yo no esperaba es que una parte considerable de la crítica le diera también la espalda. Es probable quealgunos no le dedicaran el tiempo y el esfuerzo necesarios, pero culparles por ello es más difícil que de costumbre; The Wonderful 101 esconde bien, a consciencia, pedazos importantes de sus mecánicas y de su contenido. Ni lo que propone es lo que la mayoría de jugadores piden, ni lo que exige es lo que están dispuestos a dar. La fórmula no es sostenible y cuesta imaginar que alguien vuelva a animarse con un juego así.

No hablo, todavía, de un género en peligro de extinción. Me refiero a algo más concreto, a un tipo de propuesta que no admite ajustes de presupuesto y que está fuera del alcance de los indies, benditos rescatadores de las ideas impopulares; este problema no es de los que se arreglan con un Kickstarter. Hay muy poco margen de maniobra en un juego que le debe tanto al exceso. Es demasiado largo, demasiado complejo, demasiado loco, demasiado Kamiya y demasiado bueno. Si se recortara cualquiera de esas partes ÔÇöni siquiera pienso en mutilarlo salvajemente, bastaría con dejarlo en solo en la parte superior de los límites de lo normalÔÇö, ya no sería el mismo juego.

Los Wonderful son 101 o no son.

Entiendo que sus responsables son conscientes de la situación y, de hecho, The Wonderful 101 se siente como una despedida durante gran parte de su glorioso tramo final. Por ser Platinum Games un personaje más en la aventura, se activa una suerte de metanarrativa sobre la defensa de cierta forma de entender los videojuegos. Una lucha intergaláctica contra el manquismo, los clones sin personalidad y los micropagos. Somos cómplices de esa causa perdida, claro: en una escena maravillosa, Wonder Red y compañía machacan un botón mientras nosotros hacemos lo mismo con el mando. I feel you, bro.

Por el amor de Dios, si al terminar el juego por primera vez se desbloquean habilidades llamadas Wonderful Forever y Platinum Forever.

Afortunadamente, y puede que ellos sean los primeros sorprendidos, al estudio de Osaka no le faltan encargos. Bayonetta 2 está insoportablemente cerca y antes de que acabe el año veremos si The Legend of Korra, el título descargable de Activision, nos permite aceptar como plan B lo que no deja de ser una derrota. Kamiya nos hará esperar un poco más, con ese Scalebound para Xbox One que ni siquiera parece suyo.

Seguro que todos acaban siendo buenos juegos, pero en ninguno se intuye esa libertad, ese corazón y ese descaro que hacen de The Wonderful 101 algo único y, mucho me temo, irrepetible. Solo a él, además del cumpleaños feliz, podremos cantarle su propio himno.





fuente

Gran texto, la verdad.  Me ha encantado leerlo, gracias por postearlo.

Salu2!!

La demo a mi me ha enamorado totalmente, tengo clarísimo que caerá más pronto que tarde.