26-03-2016 12:58
La nostalgia es un sentimiento que confunde y colorea con tonos muy vivos cuadros de nuestro pasado que tal vez fueron más grises que otra cosa. Solemos tener un recuerdo mejor de todo aquello que nos gustó en nuestra niñez, aunque no es menos cierto que un ligero escalofrío nos recorre cuando nos enfrentamos a según que productos con ojos de adulto más por el recuerdo del momento pasado que por su valor real. Ahora que los jugadores que comenzaron en los 80, en lo que por entonces era un hobby para marginados y minorías, repescan aquellos juegos que disfrutaron o nunca llegaron a tener, esas plataformas que veían en casa de un amigo, nos hacemos nuestras recreativas para casa añorando el humo de los salones de entonces, y en definitiva nos dejamos una pasta para retrotraernos a tiempos del bocadillo de Nocilla y Espinete. El retro está muy vivo en tiempos de lo digital.
A pesar de la enorme especulación que existe en este submundillo donde hasta el cartón cuesta como el oro o donde un manual es una pieza codiciada, el coleccionismo de videojuegos clásicos está en auge. Pero tal vez no nos paramos a pensar en como será esta situación dentro de por ejemplo unos 15 años, cuando lo retro sean los juegos de la generación de PS3, Xbox 360 o Wii, o incluso esta generación que ahora nos asalta y abruma. Una época donde lo digital, la interconexión y el videojuego como servicio son el pan nuestro de cada día. Parches, actualizaciones, pases de temporada, dlcs, conexión permanente, bibliotecas digitales, etc., son palabras que no sabemos que significado tendrán por entonces pero puestos a divagar parecen tan etéreos y difuminables que da miedo razonarlo.
Con más o menos suerte podemos encontrar casi todo juego de épocas pasadas tal y como se pusieron a la venta, algunos con mejor cuidado, otros escasean algo más, pero en general están ahí. También podemos recurrir a la emulación para quitarnos el gusanillo, pocos obstáculos encontramos si optamos por esta vía. Solo se trata de ser más o menos puritano a la hora de elegir por como rememorar aquellos videojuegos. Pero me paro a pensar en como podré jugar dentro de pongamos 15 años a Destiny, y es algo que veo completamente imposible. Un obstáculo llamado conexión permanente bloquea a mi memoria en forma de servidor cerrado por Activision porque ya no le da benefecios, y es entonces cuando esos planetas por los que disparar a enemigos con números en sus cabezas se difuminan entre otros muchos pensamientos. Como este se me ocurren otros cuantos: The Division, Need for Speed, Plants vs Zombies Garden Warfare 2, etc.
Juegos como DriveClub, Street Fighter V, Assassins Creed Unity u otros cuantos que se podrían añadir y que han alterado su estado inicial con parches recibidos de manera digital es muy probable que sean injugables por entonces. Y, ¿quién nos asegura que estas soluciones estarán disponibles en lo etéreo de la red si dentro de 20 años enchufo mi PS4? ¿Nadie garantiza el futuro del videojuego actual como obra a mantener en el tiempo? Si de verdad queremos ver al videojuego como un arte, ¿por qué no lo entendemos como tal y lo preservamos?
Pensadlo fríamente aunque solo sea un segundo, vivimos tan sumidos en el ahora, en la noticia rápida que ya no lo es pasados dos días, en el hay que jugar esto que dentro de un mes ya no habrá nadie en los servidores, y en otras muchas mandangas del día a día que no miramos más allá. Nos importa un comino el legado que dejemos, la huella que habrá del ahora en el mañana, sumidos por la inmediatez y la voracidad del presente que el futuro del videojuego será un ahora sin pasado que recordar o revivir.
PD.: Hijo, si algún día lees esto, espero que puedas revivir con mis nietos los momentos mágicos que pasamos jugando a los LEGO, nuestras peleas a Injustice, los piques en Plants VS Zombies o las risas viendo bailar a los stormtroopers de Battlefront. Entre tanto yo seguiré soplando cartuchos de nuestra MegaDrive para ti y rebuscando por las mantas del rastro juegos que enseñarte de mi niñez.
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