Precios de Xbox One y PS4: el porqué del cambio uno a uno entre dólar y euro
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Precios de Xbox One y PS4: el porqué del cambio uno a uno entre dólar y euro
Cada vez que Apple, Sony, Microsoft o cualquier otra gran compañía tecnológica lanza un producto reaperece el debate del cambio de moneda en los precios. Explicamos por qué ocure la paridad dólar-euro
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Cada vez que se presenta un producto tecnológico de cierto precio, como una consola, un smartphone o un tablet, las quejas en Internet se multiplican alrededor de un tema siempre polémico: la paridad dólar-euro que las compañías suelen realizar en sus precios. O, para entendernos mejor: el hecho de que los precios en dólares se vean, casi invariablemente, trasladados exactamente igual a euros sin tener en cuenta el cambio de moneda, como si un dólar valiera lo mismo que un euro.

Así, los 399 $ de PS4 o los 499 $ de Xbox One se convierten en 399 € y 499 € respectivamente en su lanzamiento europeo, y mucha gente entiende que no debería ser así puesto que actualmente un dólar vale 0,75 euros (con la tasa de cambio de hoy, 14 de junio). El asunto es que, en contra de lo que creen muchos usuarios, no se trata de una cuestión de pura avaricia: existen una serie de razones económicas para optar por este cambio, que en alguna ocasión, una vez desmenuzamos los números, puede ser incluso beneficioso para el usuario europeo.

La primera de esas razones son los impuestos. Las videoconsolas están exentas de pagar aranceles de importación (es decir, no están sujetas a un impuesto especial para entrar en Europa por estar fabricadas en territorio exterior a la UE), pero eso no quiere decir que no tengan que pagar otros impuestos. El que más nos interesa en este caso es el IVA; para quien no lo sepa, se trata de un impuesto indirecto sobre el valor añadido de los productos que es diferente (o puede serlo) en cada uno de los países europeos.
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Ese porcentaje que se añade a casi todo lo que compramos en concepto de IVA (en España ahora mismo normalmente es de un 21 %) no va a parar al vendedor, sino al Estado (por eso es un impuesto indirecto, porque no lo recauda Hacienda directamente de los usuarios). Este impuesto grava también la venta de consolas, aunque el usuario no lo percibe porque la costumbre en España es incluirlo dentro del precio final. Es decir: si uno paga, por decir una cantidad, 100 euros por una videoconsola, en realidad la consola en sí le está costando 82,64 euros; los 18 restantes son el IVA (el 21 % de 82,64 es 17,35 €).

Pues bien: los dos grandes "centros" desde los que operan las multinacionales de la industria del videojuego, EEUU y Japón, o no pagan IVA (es el caso de EEUU) o es mucho más reducido (Japón tiene un IVA del 5 %). Sólo con este dato ya se puede explicar en buena medida la diferencia de precios. Sigamos con el ejemplo de esa hipotética consola que costara 100 € en Europa y 100 $ en EEUU. Si aplicamos el tipo de cambio que hemos usado antes (1 $ = 0,75 €), esa consola aparentemente debería costar 75 €. Si le sumamos el IVA (15,75 €) el precio final que nos queda es de 90,75 €, que como podemos ver no está muy alejado de la paridad 1 euro = 1 dólar.

Los dos grandes "centros" desde los que operan las multinacionales de la industria del videojuego, EEUU y Japón, o no pagan IVA (es el caso de EEUU) o es mucho más reducido

Y aún así, se puede afirmar, hay unos cuantos euros de diferencia. ¿A qué se deben? Básicamente a que el IVA no es el único coste añadido en Europa. Hay que sumarle el transporte: Europa no sólo está mucho más lejos de los centros de producción que Japón y EEUU, sino que además la distribución es logísticamente mucho más compleja: por mucha Unión Europea que exista en buena parte del continente, seguimos siendo un buen puñado de países, cada uno con su diferente ecosistema de puntos de venta y distintas redes de transporte. En algunos países seguramente los costes de distribución sean menores... pero en otros serán mucho mayores.

Hay otro factor que pocos usuarios conocen: la fluctuación en el valor de las monedas. Que el euro baje o suba diez céntimos puede parecernos inapreciable (cuando no una tontería) al ciudadano de a pie, pero cuando quien hace las cuentas es una compañía multinacional que maneja miles de millones una desviación de céntimos en el tipo de cambio puede tener enormes implicaciones económicas. Pongamos por caso que nuestra consola hipotética decide asumir los costes de impuestos y distribución y lanza la consola a 75 €, cambiando directamente los dólares por euros. Si de repente el euro se hundiera y un dólar pasara a costar un euro y medio, las consolas vendidas en Europa prácticamente no darían beneficios a la compañía y podría darse el caso de que, pese a vender millones de unidades, la compañía quebrara...
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Para evitar estos problemas se suelen contratar lo que se conoce como seguros de cambio para la importación. Por explicarlo grosso modo (y que me perdonen los economistas), estos seguros sirven para que las grandes compañías se aseguren que van a cobrar con la misma tasa de cambio con la que ellos han traído los productos, de modo que no les ocurra lo que hemos comentado en nuestra hipótesis. Estos seguros cuestan, evidentemente, muchísimo dinero... y eso también repercute en el precio final. Si a alguien esto le parece extraño o inmoral, es necesario recordar algo obvio pero que a menudo parece que se olvida: el objetivo de las compañías es ganar dinero, y es normal que se cubran las espaldas lo más posible para que en caso de perderlo sea porque el cliente no compra, no por factores ajenos (como un cambio en el valor de la moneda).

Por supuesto, cabe plantearse que cada país tiene costes de distribución diferentes, que el IVA no es el mismo aquí que en Portugal, que el coste de la vida no es el mismo en Italia que aquí por lo que en el fondo un euro no "vale" lo mismo... e igual resulta que si las compañías aplicaran cada uno de esos factores personalizados a cada país, probablemente en España, por las características y la situación de nuestro país, las consolas serían más caras (aunque sea sólo porque tenemos algunos de los impuestos sobre el consumo más elevados de Europa).

Como hemos visto, hay costes añadidos a la comercialización europea (y de hecho hay más que los que hemos citado, como la traducción, servidores locales... pero con estos ejemplos nos vale) que "completan" el hueco entre el tipo de cambio y el precio final. Al final la medida más cómoda para las empresas es fijar un precio único para todo el territorio y tratar a la UE como un único país como EEUU. A partir de aquí cada usuario puede pensar mejor o peor de esta decisión estratégica... pero queda claro, en cualquier caso, que no es un capricho arbitrario de las compañías.
Fuente
[Imagen: lqk2Ln1.jpg]
#2
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Además ese precio en USA es sin tasas, luego cada estado aplica las suyas correspondientes...


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