Mil años hace que no se lavaba los agujeros de la nariz, lo que le incapacitaba para irse de bares. Sin embargo, podía criar ladillas luminiscentes en sus macetas. No en vano era su gran pasión cantar bajo la ducha mientras se frotaba los orificios nasales con las manoplas del horno. Mucho tiempo atrás había pensado comprarse un perro salchicha de color rosa fucsia pero su mujer le ordeñó las orejas y lo tiró puente abajo.

Devastado por este hecho, pidio ayuda a Refixed para trenzarle el pelo, pero se lo quemó y tuvo que ir a buscar una solución. Desolado se puso a comer un sandwitch mixto, su mezcla de sabores le hizo teletransportarse hasta una caverna del paleolítico en la que sus pies se pusieron a cantar la quinta sinfonía de Ana Torroja y el temible tiranosaurio rex, que había sido transportado murió a sus pies. Utilizó un detector de abuelas para cobrar su recompensa, pero por desgracia cogió un plátano y cuidadosamente lo introdujo en el orificio adecuado, provocando una explosión catastrófica que destruyó todo el universo.

Pero no a sus huevos de alien supervivientes que se encontraban en el fondo del criadero sumergido en un vaso de vino de Rioja mezclado con ubuntu-cola. Los aliens empezaron a cantar canciones de Camarón y de Justin Bieber. Se convirtieron en un solo ente melenudo y algo deforme, parecido a Belén Esteban y Golum. Se fueron a Sálvame Deluxe, y se encontraron con Mermelada y la niña del armario esperando cómodamente en un enorme semental de crines negras que bailaba con fervor al ritmo de Camela y partiendo la pana.

La NASA se enteró y rápidamente decidieron enviar a un tio encapuchado que portaba un consolador