Por Franchuzas

Han pasado cerca de quince años, pero todavía recuerdo a la perfección una excursión del colegio en la que me puse las botas jugando con mi Game Boy. Era un trayecto a pie de varios kilómetros, hacia una playa fluvial cercana, y por el camino un par de compañeros de clase y yo íbamos intercambiando y probando diferentes juegos en nuestras respectivas portátiles. Esa mañana descubrí nombres como Dr. Mario, Alleyway, Qix y nuestro protagonista de hoy, Mole Mania. Creo que mi partida no duró mucho más de quince minutos, básicamente porque estaba ansioso por probar todos los otros juegos de mis amigos, pero fue suficiente para sorprenderme con su genial planteamiento.

Lo que siguió a esa partida está algo más borroso en mi memoria, pero lo que sé seguro es que no volví a jugar a Mole Mania hasta principios de este mismo año, cuando lo descargué desde la eShop de 3DS. A pesar de todo este tiempo y los conocimientos adquiridos a través de revistas e internet, prácticamente nunca he vuelto a ver hablar de Mole Mania. Incluso tratándose de un juego de Nintendo, producido por Shigeru Miyamoto (Mario, Zelda) en persona, no ha conseguido gozar de la fama que todavía acompaña a otros clásicos de Game Boy. Y lo admito, eso me hizo dudar sobre si descargarlo. Pero por suerte lo hice y ahora me parecen tres de los euros mejor invertidos en la consola

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