La vida de un jugador independizado
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Cita
Tarde o temprano llega el día en que todos volamos del nido.


Algunos siendo aún polluelos tras romper el cascarón, y otros con┬áplumas en los huevos*;┬áa todos nos llega el momento┬áy┬ála┬ávida cambia con él.

[Imagen: matias.jpg]
*Disculpad el juego de palabras,┬álo tenía ÔÇ£a huevoÔÇØ.

En una primera instancia, siempre es algo emotivo y que llena de ilusión. Salir del hogar para construir el tuyo propio. No depender de nadie salvo de ti mismo, sentar tus propias normas y vivir bajo tus condiciones.┬áTu casa, tus normas┬á¿o no lo hemos oído cientos de veces? Os vengo a contar la vida de un jugador independizado. Uno de tantos.

Cuando entras por vez primera en tu nuevo hogar, te propones que en tu vida nada de lo que te gustaba cambie. Te propones┬ámuchas┬ácosas. La casa siempre estará limpia, la cama siempre estará hecha, los platos siempre en su sitio y nunca te faltará un vaso limpio aguardando en su correspondiente armario. El suelo nunca tendrá polvo, el armario siempre ordenado, la nevera siempre llena y todo como debe ser. No hablemos ya del baño, lugar sagrado y pulcro. Todo como siempre ha sido desde que tienes uso de razón.

Llegas y te instalas. Quizás tengas que comprar muebles; o tal vez vengan ya con la casa. En cualquier caso, ahora es tu hogar y tratas de amoldarlo a ti. Te afanas en inundarlo con tu esencia y hacerlo tuyo. Si estás leyendo esta diatraba, añadiré que┬á(por supuesto)┬áinstalarás tus consolas, periféricos y estaciones de juego en el lugar que más te plazca. Tu pequeño altar.

[Imagen: salon.jpg]

Y entonces las hojas del calendario comienzan a caer. El tiempo pasa, y esa ilusión inicial acaba desapareciendo. Aquellos┬áÔÇ£pequeños esfuerzosÔÇØpor mantener el nivel que tenías anteriormente acaban convirtiéndose en┬áobligaciones┬áauto-impuestas. Te acabas creando una rutina que tienes que seguir, porque no queda otra ¡amigo mío!

De lunes a viernes madrugas para ir a trabajar┬á(o si tienes suerte, quizás estés ÔÇ£independizadoÔÇØ pero aún cursando unos estudios). Llegas a casa a una hora tardía, por norma general entre las┬á18┬áy las┬á20┬áhoras. Cuando atraviesas la puerta empieza a contar el cronómetro del tiempo libre y es entonces cuando te das cuenta de muchas cosas.

A veces ocurre que al llegar, la┬ásed┬áte pide un trago. Abres el armario de los vasos y no hay ni rastro. No necesitas mirar más abajo para encontrártelos haciendo cola en el lavavajillas (o apilados en el fregadero). Y esas ganas por beberte un refresco mientras echas una partida acaban convirtiéndose en un rato fregando platos con un estropajo entre las manos, y no un┬ápad. Y cuando te quieres dar cuenta, es hora de ir preparándote la cena; y según el caso, también la comida del día siguiente para la oficina.

Puede ocurrir que llegues a casa y esta vez ¡aleluya! sí estén todos los vasos. Pero al abrir la nevera te des cuenta de que no queda nada en su interior y te toque bajar al súper ¿dónde dejaste la camiseta que te acababas de quitar?

Puede ocurrir que al llegar esté cayendo una tromba de agua y tengas el honor de presenciar cómo tu ropa tendida vuelve al estado en el que la dejaste a secar el día anterior.

Puede ocurrir que llegues y tengas que preparar un informe. O que simplemente estés tan hasta el culo de todo, que sólo te quieras tirar en el sofá.

Cuando miras el reloj es tarde. O quizás el cansancio te hace creer que┬áÔÇ£es tarde para jugarÔÇØ.┬áMiras a la consola de reojo y aunque tienes muchas ganas de hincarle el diente, lo cierto es que las energías te han abandonado.

Te dices que es normal, que entre semana tienes mucho que hacer. Que saliste por la mañana con prisas y la cama no se hace sola. Que cenaste algo tarde la noche anterior y los platos no se fregaron solos. Que se te olvidó poner el posavasos y la mesa sigue exhibiendo ese circulito tan característico. Sea como fuere, nada se hace solo. Y ni siquiera te sorprendes, simplemente┬ávaloras┬álo mucho que tenías antes.

Porque antes llegabas a casa y podías ir directo a jugar. Porque tenías la suerte, la┬ágran┬ásuerte, de llegar a casa y que alguien te preguntase qué querías para merendar. Porque tu única preocupación acabada la jornada era ventilarte el último juego que te habías agenciado. Y si además trabajabas, nunca faltaba el dinero para el último lanzamiento.

Y ahora te ves entre tus cuatro paredes, abriendo el buzón para encontrarte con el logotipo de tu compañía telefónica junto a la del gas y el agua, cerca del logotipo de tu banco y de la comunidad de┬ádesentrañablesvecinos. Haciendo cuentas para llegar a fin de mes, privándote de algún que otro juego y apilando en la estantería aquellos que pasan la criba económica pero no temporal.

Te encuentras relegando forzosamente esas tardes de diversión a los fines de semana; momento en que te organizas meticulosamente el horario de modo que por la mañana te toque darle un buen repaso a la casa, pero te reste la tarde libre para jugar.

Y cuando sacas las manos del inodoro y te ves a ti mismo de rodillas sobre los adoquines, te paras a pensar en lo mucho que ha cambiado todo. En la cantidad de obligaciones ineludibles. Y en lo mucho que te gustaría poder vivir sin preocupaciones, como antes.

Pero en el fondo sonríes, porque es la vida que has elegido. Porque aunque no tengas ni la mitad de tiempo para mantener el ritmo, valoras cada una de esas horas con la consola como si fuesen diez. Porque aprendes a valorar cada minuto de ocio que puedes permitirte. Porque puedes incluso ser rebelde┬á(¡tu casa, tus normas!)┬áy darte┬áel placer┬áde mandarlo todo a tomar por saco para tirarte la tarde enganchado a la máquina. Y esa tarde habrá valido más que ninguna de las que acostumbrabas a pasar en tu antiguo hogar.

Y ya pueden las obligaciones esperar, que siempre es bueno permiritse volver momentáneamente a aquellos días.
Sí, ahora mi vida ha cambiado; pero no la cambiaría por nada. Valoro más y mejor algo con lo que crecí. Sigo sintiendo ese furor por los juegos a pesar de que no nos veamos a diario. Es irónico que hayan tenido que pasar dos años desde que me emancipé para darme cuenta de lo mucho que┬áme gustaba┬ájugar. De lo mucho que┬áme gusta┬ájugar.

Por mucho que cambie tu vida en el futuro, o por mucho que haya cambiado ya; recuerda que las normas no sólo están para cumplirlas, sino que a veces también puedes saltártelas. No dejes de lado aquello que te hace feliz, aunque no puedas dedicarle todo lo que te gustaría.

No te olvides de disfrutar.

Artículo de GamesTribune, Juan Tejerina--> http://goo.gl/AHC6H3


Mensajes en este tema
La vida de un jugador independizado - por F1Borja - 22-09-2015 17:38
RE: La vida de un jugador independizado - por zothenr - 23-09-2015 10:26
RE: La vida de un jugador independizado - por Yonyx - 23-09-2015 11:42

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