13-12-2014 12:56
Entre los muchos temas controversiales, el sexo es quizá el más espinoso. Somos víctimas del doble rasero de una industria que no tiene ningún reparo en enseñar decapitaciones, desmembramientos, amputaciones, o incluso ÔÇ£matarÔÇØ de forma no explícita niños (Call of Duty: Modern Warfare 3)ÔǪ Pero ojo con que se vea un pezón. Lo cual, en sí mismo, es otra paradoja ÔÇôal mejor estilo matrioskaÔÇô, puesto que la sobresexualización es otro gran lastre, donde aparentemente impera una visión única, infantil, en relación al papel de la mujer en el videojuego, yendo desde una Kerrigan con tacones a la infinidad de ejemplos orientales y occidentales en los que pareciera una pasarela de cosplayers cuyas armaduras no protegerían ni de un escupitajo. Y esa es la intención: que se vea piel, muslo, teta, lo que sea. En esta encrucijada ridícula, irracional, casi atávica en un establishment arcaico, que no comprende que su público ha madurado, que no necesita masturbarse con sus personajes femeninos de mamas con hipertrofia, sino que anhela encontrar a una mujer real, de aspecto normal, de vestimenta normal, coherente con su contexto (armaduras de aspecto racional), con los ovarios bien puestos para alcanzar las metas que el juego proponga, aparece My Ex-Boyfriend The Space Tyrant, un tercero en discordia, añadiendo más complejidad si cabe a la ecuación.
Como todo colectivo con una trayectoria de acoso y persecución, cuesta diferenciar dónde comienza la reivindicación y acaba el circo pamplinero. Quede claro de entrada que la condición sexual de una persona debería ser totalmente irrelevante a la hora de disfrutar de un juego. Pero My Ex-Boyfriend The Space Tyrant es un título de temática homosexual, que busca agradar al público homosexual y que no tiene ningún reparo en utilizar todos los recursos visuales para que esto quede patente. Esto no tendría absolutamente nada de malo si no fuera por el uso y abuso de estereotipos negativos que emplea para presentarse ante el público en general: la sobresexualización del hombre y el ridículo mismo de la sexualización por la sexualización. ¿Alguien podría tomarse en serio una película porno? Fuera del propósito obvio de dar placer al espectador, la pornografía carece de cualquier elemento edificante; y My Ex-Boyfriend The Space Tyrant roza peligrosamente esta línea, por mucho ÔÇ£humorÔÇØ que añada en el guión. Alguien podría señalar ÔÇôy tendría razónÔÇô, que la franquicia Leisure Suite Larry emplea en su ÔÇ£beneficioÔÇØ los mismos recursos. Y repito: tendría razón. De hecho, como amante de las aventuras gráficas, si he de baremar ambos títulos, los pondría en igualdad de trasmisión negativa. No por nada la saga Leisure Suit Larry es un claro ejemplo de decadenciaÔǪ Como la filmografía de Pajares y Esteso.
Sin embargo, entre My Ex-Boyfriend The Space Tyrant y Leisure Suit Larry la diferencia estriba en la sutil variable social: que el juego sea motivo de rechazo popular y se utilice, una vez más, para atacar al colectivo homosexual. Como redactor lógicamente tengo mi opinión. No obstante, para ampliar mi perspectiva he acudido a jugadores que se declaran abiertamente ÔÇ£gaymersÔÇØ para conocer su punto de vista, y el resultado a la siguiente pregunta (¿crees que el juego satiriza, reivindica o maltrata al colectivo?) ha sido muy esclarecedor: según ellos, recae en estereotipos negativos que no ayudan a fomentar la homosexualidad como una elección tan válida como cualquier otra, desnaturalizándose con artificios estéticos, maniqueos y tendenciosos. En otras palabras, la necesidad de reivindicar ÔÇôno hay otra palabra para definir un juego de temática gayÔÇô muchas veces se cae por el propio peso de su hipérbole, provocando un efecto contraproducente. No puede haber jamás unión social en semejante desunión. La expresión creativa puede y debe ser una plataforma de reafirmación, pero no de autocomplacencia de tintes casi ÔÇ£propagandísticosÔÇØ. Por otra parte, busca atraer a un público que quizá no se sienta del todo cómodo con que enfoquen su condición sexual como si fuera ÔÇ£algo especialÔÇØ, digna de destacar incluso por encima de la propuesta misma que hace juego al juego en toda su sustancia. En el siguiente link podréis acceder a su perfil Greenlight para ampliar vuestra opinión acerca de su propuesta. En palabras de Luke Miller: ÔÇ£My Ex-Boyfriend The Space Tyrant is the gayest game ever madeÔÇØ. ¿Eso lo convierte en un buen juego? Ahí está el quid de la cuestión. Y yo lo dudo mucho.
Funte: Propia/33bits
Como todo colectivo con una trayectoria de acoso y persecución, cuesta diferenciar dónde comienza la reivindicación y acaba el circo pamplinero. Quede claro de entrada que la condición sexual de una persona debería ser totalmente irrelevante a la hora de disfrutar de un juego. Pero My Ex-Boyfriend The Space Tyrant es un título de temática homosexual, que busca agradar al público homosexual y que no tiene ningún reparo en utilizar todos los recursos visuales para que esto quede patente. Esto no tendría absolutamente nada de malo si no fuera por el uso y abuso de estereotipos negativos que emplea para presentarse ante el público en general: la sobresexualización del hombre y el ridículo mismo de la sexualización por la sexualización. ¿Alguien podría tomarse en serio una película porno? Fuera del propósito obvio de dar placer al espectador, la pornografía carece de cualquier elemento edificante; y My Ex-Boyfriend The Space Tyrant roza peligrosamente esta línea, por mucho ÔÇ£humorÔÇØ que añada en el guión. Alguien podría señalar ÔÇôy tendría razónÔÇô, que la franquicia Leisure Suite Larry emplea en su ÔÇ£beneficioÔÇØ los mismos recursos. Y repito: tendría razón. De hecho, como amante de las aventuras gráficas, si he de baremar ambos títulos, los pondría en igualdad de trasmisión negativa. No por nada la saga Leisure Suit Larry es un claro ejemplo de decadenciaÔǪ Como la filmografía de Pajares y Esteso.
Sin embargo, entre My Ex-Boyfriend The Space Tyrant y Leisure Suit Larry la diferencia estriba en la sutil variable social: que el juego sea motivo de rechazo popular y se utilice, una vez más, para atacar al colectivo homosexual. Como redactor lógicamente tengo mi opinión. No obstante, para ampliar mi perspectiva he acudido a jugadores que se declaran abiertamente ÔÇ£gaymersÔÇØ para conocer su punto de vista, y el resultado a la siguiente pregunta (¿crees que el juego satiriza, reivindica o maltrata al colectivo?) ha sido muy esclarecedor: según ellos, recae en estereotipos negativos que no ayudan a fomentar la homosexualidad como una elección tan válida como cualquier otra, desnaturalizándose con artificios estéticos, maniqueos y tendenciosos. En otras palabras, la necesidad de reivindicar ÔÇôno hay otra palabra para definir un juego de temática gayÔÇô muchas veces se cae por el propio peso de su hipérbole, provocando un efecto contraproducente. No puede haber jamás unión social en semejante desunión. La expresión creativa puede y debe ser una plataforma de reafirmación, pero no de autocomplacencia de tintes casi ÔÇ£propagandísticosÔÇØ. Por otra parte, busca atraer a un público que quizá no se sienta del todo cómodo con que enfoquen su condición sexual como si fuera ÔÇ£algo especialÔÇØ, digna de destacar incluso por encima de la propuesta misma que hace juego al juego en toda su sustancia. En el siguiente link podréis acceder a su perfil Greenlight para ampliar vuestra opinión acerca de su propuesta. En palabras de Luke Miller: ÔÇ£My Ex-Boyfriend The Space Tyrant is the gayest game ever madeÔÇØ. ¿Eso lo convierte en un buen juego? Ahí está el quid de la cuestión. Y yo lo dudo mucho.
Funte: Propia/33bits