23-12-2012 22:53
Este hilo no es para discutir si The Walking Dead merece o no el GOTY, ni siquiera para compararlo con Heavy Rain o si se le puede considerar o no videojuego. Este hilo es para que todos los que hayan acabado el Walking Dead den su opinión al respecto de los diversos personajes con los que interactuamos y fundamenten sus decisiones con respecto a ellos o situaciones más generales donde había más de un superviviente involucrado.
No hay que hilar fino, es comentar más que nada lo que recordamos. Quizá de esta forma, una vez escritos nuestros actos, desde una perspectiva lo más realista y lógica posible, nos conozcamos un poco mejor a nosotros mismos.
Quizá no seamos tan buenos como creemos ser.
Mi Lee fue a lo largo de la historia un calco de mí mismo en la medida de lo que las decisiones lo permitieron. Lo bueno de decir algo clavado a tu verdadera opinión y que las consecuencias sean imprevisibles le dan un plus de realismo que se agradece, sobre todo cuando la brutalidad te asesta un puñetazo en el estómago y te deja sin aliento. Mi Lee fue un superviviente declarado. Un tío pragmáticos (maté a los hermanos de la lechería no por venganza, sino porque no quería que me siguieran) y con unos rasgos de piedad muy diluidos. Sin embargo, quería a los suyos e intentaba pactar alianzas entre los que no se querían. Un Lee diplomático, pero sobre todo un Lee padre. Inevitablemente, ese rasgo característico de mi Yo actual prevaleció por encima de cualquier otra característica de este formidable personaje. Formidable porque, sin perder jamás su seña de identidad, es moldeable a grados impensables en un videojuego.
Con Clementine fui sincero SIEMPRE. Sé que era duro hacerle ver las cosas, y que por momentos hubiera sido mejor callar para no sumirla en la vorágine de la desesperación, a pesar de su sesgada comprensión, pero necesitaba convertirla en una amazona porque sabía que tarde o temprano yo pagaría las consecuencias de mi constante sacrificio. No obstante, jamás trunqué sus esperanzas por reencontrarse con sus padres. La esperanza es un motor que no hace fuertes siempre, aunque sean falsas. Tener un objetivo permite enfocarnos. Por eso, tras planificar un plan de acción en el vagón del tren, le corté el pelo y le enseñé a disparar. Nunca le dije que no llorara. Llorar es bueno. Pero sí le dije que no tuviera miedo.
Hersel fue un personaje con el que intenté ser lo más honesto sin exponerme a su juicio. Sabía que mi estancia en la granja sería corta, y más corta fue tras elegir salvar a Duck antes que a su hijo en el ataque a la valla. Hay acciones automáticas, que cuando uno entra en la madurez adopta como un patrón invariable. Elegir un niño antes que a un chaval casi adulto es un reflejo, tanto como poner las manos al caer.
Katjaa es un personje estructuralmente accesorio. El contrapeso del grupo. Un punto de vista fijo, pero tranquilo. Sin embargo, se derrumba conforme aumenta su desilución por su marido. Ken, por el contrario, es un personaje perfecto. Impulsivo e inmaduro, puede ayudarte o dejarte vendido. Es la paradoja de una confianza que llega hasta donde llegan los objetivos en común. Cuando las cosas se tuercen, tienes que elegir; y no siempre esa elección puede resultarte beneficiosa. Te resulta entrañable, sobre todo por su capacidad de resolución y esas enormes orejeras que le impiden ver más allá del barco y el mar..., pero en la hora de la verdad, entiendes que a su lado estás solo. Escribir un personaje de estas características con la solvencia que nos ocupa, es posiblemente uno de los mayores logros de The Walking Dead.
La caída en desgracia de Duck, cuya arma pedí para que sus padres no tuvieran que hacerlo, fue el detonante para magnificar todos sus rasgos negativos. Hizo falta un buen tramo de historia para que resurgiera el Ken junto al que valía la pena estar; y fue demasiado tarde.
Carley fue un personaje muy entrañable. Resolutivo, optimista y fuera de las disputas de poder del grupo en el Motel. Estaba dentro, pero se mantenía al margen; y su aparición consiguió sacarnos a todos de la lechería. Tuve la oportunidad de expresarle mis sentimientos, pero no lo consideré oportuno, y luego no tuve la posibilidad de que el diálogo se repitiera en un marco de normalidad. Su muerte en manos de Lilly es producto de lo que hace enorme este videojuego: la arbitrariedad de la coexistencia sin afecto, de estar todos en el fondo de la cueva temerosos al oso, pero sin nada de lo qué hablar. Su muerte, con independencia de que se fuera de la lengua, fue el producto de un impulso, un dedo y un gatillo. La facilidad de matar cuando la vida no vale nada.
Larry conocía mi pasado y me declaró la guerra desde el momento 0. Pero aunque me importó el riesgo que corría compartiendo el aire que respiraba, en el Motel intenté acercarme a él. Lo veía un aliado poderoso. Un tío con una convicción férrea y una constitución física formidable. En el incidente en el que Ben entra en escena, él tenía mi hacha. Curiosamente, antes de dársela le había dado de comer. ¿Por qué? Porque quería ganármelo; porque ganármelo era beneficioso para el grupo. Y no me defraudó cuando me atacó el profesor de Ben. Quizá los hechos pretéritos no variaran este desenlace -Mark le dijo que dejara de ser un puto racista, y él me pregunto si era eso lo que yo había dicho; fui honesto y le dije que sí; y me siguió el juego-, pero al menos por la parte que me tocaba, no existía enemistad con él. Lamenté su muerte.
Lilly tenía el gen Larry, pero potenciado por una inseguridad notable, volviéndola peligrosa y paranoica. También con ella hice buenas migas, incluso le revelé mi pasado sin tapujos. Realmente quería apoyarla como líder. Pero su reacción en la carretera, con la RV atascada por un caminante, fue el detonante a una actitud peligrosa que rayaba la locura. No me costó absolutamente nada abandonarla a su suerte. Cuando se cometen actos atroces, en la mente de los presentes cobra vida la ley de Talión. Por la confianza y lo vivido, no iba a pegarle un tiro; pero se había vuelto demasiado peligrosa.
Que Ben es un inútil es una verdad constatable. Que Ben, a pesar de su altura y aspecto, es un chavalín, también. A pesar de sus enormes cagadas, en más de una ocasión (sobre todo en lo relacionado con Clementine) tuve que hacerme de fuerza, contar hasta 10 y buscar la diplomacia. Fueron pocas las veces que lo amenacé con represalias si no cumplía sus funciones como correspondía. Una vez más, en lo relacionado con Clementine. Pero hacia el final, cuando su inutilidad gritó Bingo quitando el hacha de las puertas dobles del colegio de Crawford, no pude evitar arrancarlo del abismo de la torre y hacerlo volver en sí. Joder, era un chaval. Lo había perdido todo. Estaba solo. No tenía edad para tomar sus propias decisiones y tampoco tenía la edad necesaria para inspirar la pena que da un niño. Estaba en la franja en la que tenía que valerse por sí mismo, pero sin saber cómo. Su final no me gustó, pero lo acepté como una necesidad del guión.
Cuando en medio del fin del mundo encuentras a un hombre capaz de contener a sus propios demonios a través de la música, te cautiva. Chuck es un personaje magnético, que atrae por su llaneza y su sabiduría. Y quieres saber más de él, pero no tienes tiempo. Su muerte me molestó especialmente porque la considero abrupta a innecesaria. Quizá no supieran cómo hacerlo encajar dentro del esquema social en el que participan Molly y Vernon, pero resulta totalmente deus ex machina encontrárselo muerto en las alcantarillas. No me satisface. Lo considero un personaje desperdiciado. Seguí sus consejos en el tren porque su lógica era aplastante. Córtale el pelo a la chiquilla, porque la acabarán pillando. ¿Cuántas veces he oído que "por los pelos" proviene de los que estaban a punto de caer por la borda y eran sujetados por el cabello? Tenía sentido. Verlo beber era reconfortante. Nunca tuvo nada, y no había perdido nada, pero quería seguir. Era un buen backup, y lo fue. De hecho, cuando dejé a Ben con una pistola a cargo de la seguridad de la casa y bajé con Ken al río a buscar un bote, algo me dijo: Ben le pegará un tiro a Chuk creyendo que es un caminante. Pero no. La realidad fue un pelín más caprichosa. Tanto como el guionista
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Me dejo a Molly, Omid y Christa. Los dos primeros me resultaron un tanto estereotipados y la tercera no me dijo gran cosa. La sentí como un buen apoyo, pero de ninguna forma conseguí involucrarme. Llegaron demasiado tarde y el grupo que yo "quería" estaba disuelto. Me cuesta considerarlos como algo más que remaches de algo que estaba concluyendo ya.
Os animo a que escribáis vuestras opiniones, decisiones, etcétera. Ni de coña han de ser tan extensas ni necesariamente sobre todos los personajes. Yo, de hecho, he escrito sobre aquellos que han conseguido despertarme algo. Y lo suelto, así por lo bajini: sí, merece el GOTY. Y sí, no es una aventura gráfica. Pero sí, se recontrafolla al 90% de los triple A de la actual generación.
Aunque lo de 90% es por no ser polémico. Es aumentable.
Saludos.
No hay que hilar fino, es comentar más que nada lo que recordamos. Quizá de esta forma, una vez escritos nuestros actos, desde una perspectiva lo más realista y lógica posible, nos conozcamos un poco mejor a nosotros mismos.
Quizá no seamos tan buenos como creemos ser.
Mi Lee fue a lo largo de la historia un calco de mí mismo en la medida de lo que las decisiones lo permitieron. Lo bueno de decir algo clavado a tu verdadera opinión y que las consecuencias sean imprevisibles le dan un plus de realismo que se agradece, sobre todo cuando la brutalidad te asesta un puñetazo en el estómago y te deja sin aliento. Mi Lee fue un superviviente declarado. Un tío pragmáticos (maté a los hermanos de la lechería no por venganza, sino porque no quería que me siguieran) y con unos rasgos de piedad muy diluidos. Sin embargo, quería a los suyos e intentaba pactar alianzas entre los que no se querían. Un Lee diplomático, pero sobre todo un Lee padre. Inevitablemente, ese rasgo característico de mi Yo actual prevaleció por encima de cualquier otra característica de este formidable personaje. Formidable porque, sin perder jamás su seña de identidad, es moldeable a grados impensables en un videojuego.
Con Clementine fui sincero SIEMPRE. Sé que era duro hacerle ver las cosas, y que por momentos hubiera sido mejor callar para no sumirla en la vorágine de la desesperación, a pesar de su sesgada comprensión, pero necesitaba convertirla en una amazona porque sabía que tarde o temprano yo pagaría las consecuencias de mi constante sacrificio. No obstante, jamás trunqué sus esperanzas por reencontrarse con sus padres. La esperanza es un motor que no hace fuertes siempre, aunque sean falsas. Tener un objetivo permite enfocarnos. Por eso, tras planificar un plan de acción en el vagón del tren, le corté el pelo y le enseñé a disparar. Nunca le dije que no llorara. Llorar es bueno. Pero sí le dije que no tuviera miedo.
Hersel fue un personaje con el que intenté ser lo más honesto sin exponerme a su juicio. Sabía que mi estancia en la granja sería corta, y más corta fue tras elegir salvar a Duck antes que a su hijo en el ataque a la valla. Hay acciones automáticas, que cuando uno entra en la madurez adopta como un patrón invariable. Elegir un niño antes que a un chaval casi adulto es un reflejo, tanto como poner las manos al caer.
Katjaa es un personje estructuralmente accesorio. El contrapeso del grupo. Un punto de vista fijo, pero tranquilo. Sin embargo, se derrumba conforme aumenta su desilución por su marido. Ken, por el contrario, es un personaje perfecto. Impulsivo e inmaduro, puede ayudarte o dejarte vendido. Es la paradoja de una confianza que llega hasta donde llegan los objetivos en común. Cuando las cosas se tuercen, tienes que elegir; y no siempre esa elección puede resultarte beneficiosa. Te resulta entrañable, sobre todo por su capacidad de resolución y esas enormes orejeras que le impiden ver más allá del barco y el mar..., pero en la hora de la verdad, entiendes que a su lado estás solo. Escribir un personaje de estas características con la solvencia que nos ocupa, es posiblemente uno de los mayores logros de The Walking Dead.
La caída en desgracia de Duck, cuya arma pedí para que sus padres no tuvieran que hacerlo, fue el detonante para magnificar todos sus rasgos negativos. Hizo falta un buen tramo de historia para que resurgiera el Ken junto al que valía la pena estar; y fue demasiado tarde.
Carley fue un personaje muy entrañable. Resolutivo, optimista y fuera de las disputas de poder del grupo en el Motel. Estaba dentro, pero se mantenía al margen; y su aparición consiguió sacarnos a todos de la lechería. Tuve la oportunidad de expresarle mis sentimientos, pero no lo consideré oportuno, y luego no tuve la posibilidad de que el diálogo se repitiera en un marco de normalidad. Su muerte en manos de Lilly es producto de lo que hace enorme este videojuego: la arbitrariedad de la coexistencia sin afecto, de estar todos en el fondo de la cueva temerosos al oso, pero sin nada de lo qué hablar. Su muerte, con independencia de que se fuera de la lengua, fue el producto de un impulso, un dedo y un gatillo. La facilidad de matar cuando la vida no vale nada.
Larry conocía mi pasado y me declaró la guerra desde el momento 0. Pero aunque me importó el riesgo que corría compartiendo el aire que respiraba, en el Motel intenté acercarme a él. Lo veía un aliado poderoso. Un tío con una convicción férrea y una constitución física formidable. En el incidente en el que Ben entra en escena, él tenía mi hacha. Curiosamente, antes de dársela le había dado de comer. ¿Por qué? Porque quería ganármelo; porque ganármelo era beneficioso para el grupo. Y no me defraudó cuando me atacó el profesor de Ben. Quizá los hechos pretéritos no variaran este desenlace -Mark le dijo que dejara de ser un puto racista, y él me pregunto si era eso lo que yo había dicho; fui honesto y le dije que sí; y me siguió el juego-, pero al menos por la parte que me tocaba, no existía enemistad con él. Lamenté su muerte.
Lilly tenía el gen Larry, pero potenciado por una inseguridad notable, volviéndola peligrosa y paranoica. También con ella hice buenas migas, incluso le revelé mi pasado sin tapujos. Realmente quería apoyarla como líder. Pero su reacción en la carretera, con la RV atascada por un caminante, fue el detonante a una actitud peligrosa que rayaba la locura. No me costó absolutamente nada abandonarla a su suerte. Cuando se cometen actos atroces, en la mente de los presentes cobra vida la ley de Talión. Por la confianza y lo vivido, no iba a pegarle un tiro; pero se había vuelto demasiado peligrosa.
Que Ben es un inútil es una verdad constatable. Que Ben, a pesar de su altura y aspecto, es un chavalín, también. A pesar de sus enormes cagadas, en más de una ocasión (sobre todo en lo relacionado con Clementine) tuve que hacerme de fuerza, contar hasta 10 y buscar la diplomacia. Fueron pocas las veces que lo amenacé con represalias si no cumplía sus funciones como correspondía. Una vez más, en lo relacionado con Clementine. Pero hacia el final, cuando su inutilidad gritó Bingo quitando el hacha de las puertas dobles del colegio de Crawford, no pude evitar arrancarlo del abismo de la torre y hacerlo volver en sí. Joder, era un chaval. Lo había perdido todo. Estaba solo. No tenía edad para tomar sus propias decisiones y tampoco tenía la edad necesaria para inspirar la pena que da un niño. Estaba en la franja en la que tenía que valerse por sí mismo, pero sin saber cómo. Su final no me gustó, pero lo acepté como una necesidad del guión.
Cuando en medio del fin del mundo encuentras a un hombre capaz de contener a sus propios demonios a través de la música, te cautiva. Chuck es un personaje magnético, que atrae por su llaneza y su sabiduría. Y quieres saber más de él, pero no tienes tiempo. Su muerte me molestó especialmente porque la considero abrupta a innecesaria. Quizá no supieran cómo hacerlo encajar dentro del esquema social en el que participan Molly y Vernon, pero resulta totalmente deus ex machina encontrárselo muerto en las alcantarillas. No me satisface. Lo considero un personaje desperdiciado. Seguí sus consejos en el tren porque su lógica era aplastante. Córtale el pelo a la chiquilla, porque la acabarán pillando. ¿Cuántas veces he oído que "por los pelos" proviene de los que estaban a punto de caer por la borda y eran sujetados por el cabello? Tenía sentido. Verlo beber era reconfortante. Nunca tuvo nada, y no había perdido nada, pero quería seguir. Era un buen backup, y lo fue. De hecho, cuando dejé a Ben con una pistola a cargo de la seguridad de la casa y bajé con Ken al río a buscar un bote, algo me dijo: Ben le pegará un tiro a Chuk creyendo que es un caminante. Pero no. La realidad fue un pelín más caprichosa. Tanto como el guionista
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Me dejo a Molly, Omid y Christa. Los dos primeros me resultaron un tanto estereotipados y la tercera no me dijo gran cosa. La sentí como un buen apoyo, pero de ninguna forma conseguí involucrarme. Llegaron demasiado tarde y el grupo que yo "quería" estaba disuelto. Me cuesta considerarlos como algo más que remaches de algo que estaba concluyendo ya.
Os animo a que escribáis vuestras opiniones, decisiones, etcétera. Ni de coña han de ser tan extensas ni necesariamente sobre todos los personajes. Yo, de hecho, he escrito sobre aquellos que han conseguido despertarme algo. Y lo suelto, así por lo bajini: sí, merece el GOTY. Y sí, no es una aventura gráfica. Pero sí, se recontrafolla al 90% de los triple A de la actual generación.
Aunque lo de 90% es por no ser polémico. Es aumentable.
Saludos.