Boletaria: Aquí en principio no tengo dudas:
Dama Astraea & Garl Vinland. La presentación del combate, la BSO que es BRUTAL, el diálogo de los dos Jefes, el contraste y simbología que existe entre el escenario, una ciénaga con fango que transmite la peste, con goblins rezando y transmitiendo su fuerza a Astraea, y pequeños seres amorfos que emergen del pantano; con respecto a la figuera de la Sexta Santa, enviada al Valle de la Corrupción para purificar el lugar y ayudar a los apestados y enfermos, siendo corrompida en el proceso y convirtiéndose en un archidemonio. Al margen de la fuerza de Garl Vinland y lo letal que puede llegar a ser si uno comete el más mínimo error. Un combate absolutamente redondo en todos los aspectos.
Destaco también al Falso Rey porque es un enemigo extraordinariamente poderoso y diría el más completo de toda la saga. Endiabladamente rápido, capaz de hacer combos con espada a gran velocidad, puede usar magia y ataques de área muy fuertes. Por si fuese poco, con su agarre es capaz de sustraer un nivel entero al jugador, lo cual lo convierte en un enemigo letal a corta distancia.
Lordran: Solo puedo quedarme con uno, así que Sir
Artorias, el Caminante del Abismo. Siempre que hablo de él me deshago en elogios, pero es que no es para menos. Una de las batallas más complicadas de toda la saga por la colosal fuerza del oponente y fiereza sin parangón. El diseño de Artorias es sencillamente impresionante y la historia que tiene detrás no lo es menos. Un adversario muy ágil para ser relativamente grande, los golpes que asesta con su espadón son demoledores y si consigue acumular poder del Abismo se convierte en una fuerza de destrucción mayor si cabe. Siempre me ha llamado la atención que un Artorias corrupto y siendo un mero títere del Abismo, con un brazo roto, la armadura hecha jirones y sin escudo es un enemigo formidable, cómo sería enfrentarse al Caballero Artorias antes de ser consumido por el Abismo. La lucha con la que más disfruto de todo Dark Souls con mucha diferencia.
Hay otra batalla que también me gusta mucho aunque la sufro bastante es Ornstein & Smough. O&S suponen un punto de inflexión en Dark Souls porque es la prueba de fuego para el jugador. Dos enemigos que por separado son rivales duros pero asequibles, pero ambos forman una dupla que se complementa a la perfección con la extrema agilidad y velocidad de Ornstein y la fuerza y potencia de Smough. Lo mejor es cuando uno vence a cualquiera de los dos, respira hondo, aliviado, ve la escena cinemática y... Se le cae el alma a los pies. Yo al contrario de la mayoría de jugadores siempre prefiero enfrentarme a Ornstein tras derrotar primero a Smough porque es un enemigo de fuerza casi incomparable (Creo que el único símil es Artorias). La BSO es idónea para tan épico combate.
Otro Jefe que me gusta bastante es Kalameet, pero más por el Jefe en sí, por lo que lo rodea. Para empezar, la primera vez que nos lo encontramos es en una inesperada aparición en medio de un puente, en el que el Dragón Negro no hace nada más que mirarnos fijamente para acto seguido retomar el vuelo. Aquí la reacción general suele ser: 'Guau'. Luego nos lo encontramos en la cuenca, donde de nuevo se exhibe con un vuelo horizontal atravesando toda la zona. Si por casualidad se nos ocurre bajar a su encuentro, nos recibirá con una calurosa bienvenida conviertiendo la cuenca en un infierno de fuego negro del que no escaparemos con vida. No es posible matar a Kalameet desde esta posición. Volando tiene una posición demasiado ventajosa, hay que abatirlo. Y para ello nos hace falta Gough Ojo de Halcón, uno de mis NPC's favoritos y que tiene algunos de los mejores diálogos de toda la saga. Tras ir al encuentro de Kalameet, Gough nos preguntará si nos está dando problemas, y nos hablará de la fiereza del Dragón Negro, quien ni siquiera el héroe de la antigüedad Anor Londo osó provocar su ira. Tras este diálogo, comienza una de las escenas más espectaculares e impresionantes de todo el juego, donde Gough con un flechazo de su colosal arco abate a Kalameet para que lo podamos enfrentar. El diseño de Kalameet es magnífico, una figura muy estilizada, sin ser un dragón exageradamente grande, tiene unas medidas muy acertada, al margen del diseño de la cabeza, el cuerpo y las extremidades. La habilidad de telequinesis es una brutalidad y su fuego negro característico es una pasada. Cortarle la cola creo que es una de las mayores proezas de los Souls.
Drangleic: Aquí lo tengo algo más difícil porque no hay demasiados Jefes que sobresalgan del resto. De los primeros siempre me ha gustado
El Perseguidor, tengo un fetiche con los caballeros de escudo y espada, lo siento. Hay que remarcar los precedentes a su combate. Primero, podemos enfrentarnos a él en la plataforma donde está el soldado hueco tirando bombas, donde únicamente vemos un águila llevando algo pasar, para acto seguido soltar un caballero de imponente tamaño y no menor fiereza. Lo primero que nos dice la razón es: 'No'. El Perseguidor se va, pero no es un adiós, es un 'Ya nos veremos de nuevo'. Cuando acabemos con el Último Gigante se nos da la Llave del Soldado, vamos abriendo puertas, abrimos la que está cerca de la puerta que custodian los dos lanceros, una puerta de niebla, bueno, quizá sea una nueva zona. Su presentación es la hostia, cae su espada del cielo para acto seguido caer él, se le ilumina el yelmo en un siniestro tono rojizo, saca la espada del suelo, y levita. 'Joder'. Impone una barbaridad y el combate para ser al comienzo del juego es muy duro debido a la elevada agresividad del contrincante y lo pequeño del escenario. Cuando ilumina su espada en azul mola mucho, pero si consigue ensartarte ya no mola tanto. Sí que mola que se le ilumina el casco, se imbuya totalmente en maldición en forma de bruma negra y añada ataques de rango a su letal repertorio.
Otro Jefe que destaco es el Demonio de Fundición, el cual podría decirse que se lleva el tercer puesto en el ránking de Jefes más difíciles del juego (Dragón Antiguo y Acechador de la Oscuridad). Zona muy reducidad, enemigo que pega duro. Muy duro. Muy, muy duro. Por si sus golpes hiciesen poco daño, tiene ataques de área muy potentes. Transcurrido un tiempo, se enciende. Literalmente. El fuego que emana su cuerpo hace daño, con lo cual acercase no invita mucho al optimismo. Pasado algo más de tiempo, se ensartará con su espada, pero no le hace daño, su espada se enciende en llamas y si antes hacía daño, ahora destroza. Es en esta tercera etapa donde el Demonio de Fundición es un demonio de enemigo. De las luchas que más me ha costado de todos los Souls. Muy duro el combate.
Creo que me quedo con el Perseguidor.