Esta semana fue aún peor que la anterior. A pesar de ello he logrado jugar (muy poco) a los tres juegos que estoy llevando ahora mismo.
Primero, creo que estoy llegando al final de
Atelier Sophie.
Ya pasé por la inevitable sección de todos los
Ateliers en la que uno crea sus armas y armaduras en un intrincado proceso de síntesis. Habiendo dicho esto, quizá sea porque ya tenía la experiencia de varios otros juegos de la saga a mis espaldas, pero encontré esta mega-producción la menos dolorosa hasta ahora. También es cierto que no tener un límite de tiempo atosigándote libera mucha tensión sobre el asunto.
Hablando de lo cual, creé un montón de bombas con el efecto añadido de "One Hit Kill" que básicamente me permiten arrasar con los combates aleatorios sin despeinarme. De esta forma, llegar al nivel máximo es coser y cantar... especialmente si tenemos en cuenta que el nivel máximo en
Atelier Sophie es 20. De hecho, una vez llegas a nivel 20 desbloqueas un nuevo sistema de progreso de personaje que consiste en que cada vez que irías a subir de nivel en vez de eso te dan un punto de habilidad que puedes meter en unas habilidades que hasta entonces no sabías que existían.
En cualquier caso, creo que estoy preparado para el jefe final en términos de potencia de ataque. Lo que todavía no me he puesto a hacer han sido objetos curativos. Como todos los combates aleatorios acaban en el primer turno usando las bombas de muerte instantánea no he llegado aún a tener necesidad de ello, pero no dudo que los necesitaré para el jefe. Es mi siguiente proyecto: Ver que habilidades y potenciadores valen la pena.
Siguiendo las aventuras en
The Witcher 3.
En la última entrada del juego mencioné que Velen ya se estaba quedando sin quests y que no me iba a quedar más remedio que reemprender la historia principal. Y en efecto, finalmente llegué a esa situación.
Asi que podría dar mi brazo a torder y enderezar mi vida. PODRÍA hacerlo.
O, en vez de eso, podría completar la quest que te envía a la zona de Skellidge y empezar a hacer sidequests allí.
Y eso es exactamente lo que ha ocurrido, ¿para qué engañarnos? Siendo justos, al llegar a Skellidge completé un par de misiones principales de la zona porque el juego te encamina a ellas, pero más allá de eso ahora tengo todo un territorio nuevo en el que procrastinar el avance del juego. Si otros estuviesen viéndome final seguro que gritarían de frustración.
Skellige son un puñado de islas nórdicas habitadas por el equivalente a los vikingos. El lugar es como Skyrim pero bonito, y a pesar de que el juego siendo bastante sucio en sus temas, el lugar no se siente tan deprimente como Velen. La música ambiental también me gusta más que la de Velen. Como contrapartida, el territorio también tiene más acantilados y montañas que hacen que atravesarlo sea ligeramente más complicado y a veces tengas que dar algún rodeo. También hay una cantidad exagerada de naufragios con tesoros escondidos. Está claro que para ser una especie de pseudo-vikingos, la gente de la zona no parece haber dominado del todo el tema de la navegación.
En realidad tampoco sé cuanto tiempo voy a pasar por aquí. Probablemente regrese a Velen en un mes, o algo así. Considerad esto solo como una especie de misión de reconocimiento previo.
Acabando con
FFXIV. No, aún no me pasé al jefe final... Pero estoy JUSTO delante.
Spoilers, como siempre.
Creo que ya lo mencioné en otra entrada anterior, pero la última zona del juego, Ultima Thule, es una especie de cementerio de mundos muertos. La primera vez que accedes la música se escucha como por el fondo, como si estuvieses escuchándola a través de varias paredes. A medida que avanzas te topas con espectros de los mundos que murieron, todos ellos deseando desaparecer de una forma u otra. Hay tres razas distintas coexistiendo en el lugar: Dragones, Ea y Omicrones.
Los dragones son interesantes porque la línea de raids de Omega en
Stormblood nos reveló que Midgardsomr, el padre de todos los dragones en nuestro mundo, era efectivamente un ser que vino de más allá de las estrellas transportando huevos. Aquí vemos finalmente la razón por la que lo hizo: El mundo natal de los dragones fue destruido por una especie invasora, aunque tras el ataque la tierra quedó tan destruida que los invasores no fueron capaces de sacar ningún tipo de provecho, así que se fueron. Los dragones supervivientes intentaron reconstruir su civilización, pero su mundo estaba estéril. Atormentados por ello, el sentimiento de nihilismo empezó a hacer mella, y ahora todos ellos piensan que no existe razón para vivir en un mundo donde la existencia es sufrimiento.
Los Ea son una raza que intentó adquirir el conocimiento a toda costa. Tales fueron sus avances que descubrieron una manera de desechar sus cuerpos normales y convertirse en seres inmortales de pura energía. De hecho, los Ea llegaron a descubrir el futuro de todo el universo... y lo que vieron no les gustó nada. Tras haber resuelto todos los secretos habidos y por haber, empezaron a preguntarse de qué había servido todo si al final todo su legado iba a acabar siendo destruido de todas formas. La meta no parecía tener ningún propósito, y ahora están intentando recuperar sus cuerpos mortales para poner fin a todo.
Finalmente, los Omicrones son una raza de seres robóticos que, tras ser atosigados por otras razas circundantes, acabaron creando una sociedad puramente militarista, convirtiendo sus cuerpos originales de carne en artefactos mecánicos especializados en el combate. Siguiendo la teoría del bosque oscuro, los Omicrones emprendieron una paranoica campaña contra todas las civilizaciones que encontraban, en una constante búsqueda de autoprotección y mejora. Fueron quienes crearon a Omega, y fueron también quienes destruyeron el mundo de los dragones. Pero la unidad central Omicron empezó a albergar dudas acerca de su verdadero objetivo. Una vez hayan aniquilado y superado a cualquier clase de oposición, ¿cual sería el sentido de su existencia? La sociedad Omicron ha perdido por completo cualquier tipo de identidad individual, y es demasiado tarde para cambiar de rumbo ahora. La máquina no encuentra solución al problema, y ha mandado a todas las unidades a mantenerse a la espera de nuevas órdenes. Órdenes que no van a llegar nunca, porque la unidad central también ha decidido esperar al fin de todo.
Conforme vas avanzando por las islas te das cuenta de que no existe camino alguno, y que cada una de las ruinas está encerrada en si misma. Pero Ultima Thule es un mundo compuesto de Dynamis, la energía formada a través de los sentimientos, y pronto descubres que es el nihilismo de sus habitantes lo que impide que haya un camino adelante. Debes combatirlo para avanzar, pero cada vez que lo haces uno de tus compañeros se funde con el Dynamis para combatir los sentimientos negativos. A medida que vas perdiendo a tus camaradas la música va aumentando en volumen y obteniendo nuevos instrumentos, hasta que al final se incluye una voz y todo.
En la última isla encuentras a la propia Meteion, avatar del fin de los días, y debes combatir su propio nihilismo. Logras contacar con la Meteion original, quien te pide que detengas "la canción del olvido" que sus hermanas están cantando. Su cuerpo entonces es absorbido por la mente colmena... Y ahí estoy, justo delante del jefe final.
En otras noticias, un moguri carente de sentido común descubre el verdadero significado de San Valentín durante el evento estacional. Histeria en masa.
Para la semana que viene... De acuerdo, esta vez SÍ que habré acabado con
Endwalker. Segurísimo. Y con algo de suerte también con
Atelier Sophie, aunque tampoco sé cuanto me queda así que eso no lo prometo.