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Las protestas, reivindicaciones y troleos diversos contra Donald Trump llevan desde que inició la campaña para las primarias bombardeándonos por tierra, mar y aire. En todos los formatos y medios de expresión conocidos por el hombre hay al menos un par mierdas de perro con la cara de Trump porque, sin entrar en demasiados detalles ni valoraciones pormenorizadas, el tío está muy loco y da mucho miedo.

El videojuegos no hace falta ni siquiera investigar mucho para dar por hecho que Trump también ha recibido sus buenas bofetadas pixeladas, pero quizá la más trabajada de todas es el reciente combo nintendero que el animador neoyorkino Jeff Hong ha publicado bajo un título muy ilustrativo: Trumptendo.

El asunto se resume rápido: un emulador de algunos clásicos de NES donde cada juego ha recibido ciertas modificaciones referenciales, algunas más obvias y otras menos, respecto a Donald Trump. En Donkey Trump, Donkey Trump Jr. y Donkey Trump 3, por ejemplo, la idea es que el gorilazo abusón es una versión pixeadas del propio Trump, un chiste sencillo y superficial, pero si nos vamos a Urban Champion hay un detalle muy significativo: los dos luchadores callejeros son siempre negros. Otro que le hace a uno removerse en el asiento solo con el título es ISIS Bomberman, donde el adorable personajillo es sustituido por un miembro del Estado Islámico en una misión para aniquilar a hombres blancos que recorren el escenario. Uno no tiene claro si sentirse más incómodo cuando mata a otros o cuando accidentalmente se bombardea a sí mismo, haciendo brotar en la cabeza del jugador ideas sobre mártires suicidas y cinturones explosivos.



En realidad Trumptendo, que lleva por lema «Make Nintendo great again», es el proyecto hermano de Punktendo, otra iniciativa similar en la que Hong lleva tiempo trabajando. La idea es subvertir videojuegos que todos conocemos e inyectarles cuestiones sociales y problemáticas muy actuales, como un ejercicio que sirve para minar experiencias nostálgicas con metralla ideológica. Allí el abanico político y social es mucho más amplio: habla de la discriminación sexual, de la homofobia y hasta de ecología a través de juegos de NES que él mismo ha estado modificando.

A su vez, Hong admite que él se dedica a la animación y el dibujo de storyboards (ha trabajado en Walt Disney, Fox y Nickelodeon) y que estos proyectos le sirven de práctica para hacer sus propios videojuegos sin dejar de lado su implicación con el punk, el arte interactivo y el activismo social. Como dicen en Killscreen, quizá este tipo de manipulaciones de los clásicos sirvan como buen primer paso hacia la creación de juegos originales pensados desde su misma gestación para hablar de temas incómodos de nuestro día a día.

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