zothenr
12-09-2016 15:01
Vandal - 7
ReCore está lleno de altibajos, más de los que nos gustarían. Cuando todo funciona es genial y divertido, una experiencia de esas que echamos de menos, pero cuando no, se vuelve aburrido, tedioso y hasta confuso. Tiempos de carga insufribles (en Xbox One, no en PC) y un "mundo abierto" innecesario (o mal ejecutado, si lo preferís) oscurecen una jugabilidad muy sólida que destaca por sus combates satisfactorios y plataformas exigentes.
Si queréis jugarlo ya, hacedlo en PC si podéis, y si no, intentad esperar a un posible parche que corrija los tiempos de carga y solucione algunos bugs que, sin ser demasiado molestos, pueden ser otra barrera para disfrutar el juego. ReCore tiene una base genial para una secuela sobresaliente, pero el título que nos ocupa, sin dejar de ser bueno, se queda por desgracia a medio camino.
Hobby Consolas - 73
Una aventura con sabor de vieja escuela, que atesora muchas ideas interesantes y momentos de brillantez, pero que arrastra varios problemas de rendimiento y alguna decisión de diseño cuestionable. A pesar de ello, es muy disfrutable.
Lo mejor
Los núclebots son encantadores, prácticos y roban todo el protagonismo a Joule. El diseño visual y sonoro es muy artístico.
Lo peor
Enormes tiempos de carga y bajones en el frame rate. A veces, el desarrollo se entorpece por las irregulares ayudas.
Eurogamer
Porque Recore tiene un problema, uno más grande que todos los que hemos mencionado hasta el momento. Que es, o debería ser, un juego corto, y quiere ser uno muy largo. Y la solución salomónica, como tantas otras veces, pasa por reproducir uno a uno los vicios del sandbox más perezoso, y concretamente su verdadero pecado capital: la recolección, ahora obligatoria, de decenas de coleccionables irrelevantes. Es ese tipo de juego en el que franquear una puerta implica recoger siete núcleos prismáticos, hacerte con un par de ellos implica acceder a una mazmorra, abrir su puerta implica encontrar cuatro androides de energía, y superar la prueba implica encontrar ocho interruptores de colores. Es cansino, es fatigoso, y en demasiadas ocasiones supone peinar el desierto desesperado porque ya no sabes dónde buscar. Es un problema tan grave, de hecho, que afecta de manera dramática a su propio argumento: puede que no estemos hablando de Dune, pero es una pequeña historia sobre humanos y máquinas que lucha por salir, y que se pega de bruces contra un señor que insiste en meterte el dedo en el ojo cada vez que pasas de página. No voy a entrar en detalles, pero la manera en la que el juego destruye una de sus secuencias más relevantes planteando exigencias absurdas una detrás de otra es realmente digna de estudio.
Y qué queréis que os diga, a mi me da mucha pena. Porque de alguna manera he conectado con ese mundo, y todo el tiempo he sentido que me obligaban a apartarme de él. A hacer cosas que no quería, y a trazar reglas rígidas sobre algo que podría haber sido libre y precioso. A ver una hoja de cálculo, y una lista de la compra, cuando yo lo que veía era un corazón. Un núcleo pequeño pero redondo, como el de los robots, aunque rodeado de la misma cantidad de añadidos artificiales.
ReCore está lleno de altibajos, más de los que nos gustarían. Cuando todo funciona es genial y divertido, una experiencia de esas que echamos de menos, pero cuando no, se vuelve aburrido, tedioso y hasta confuso. Tiempos de carga insufribles (en Xbox One, no en PC) y un "mundo abierto" innecesario (o mal ejecutado, si lo preferís) oscurecen una jugabilidad muy sólida que destaca por sus combates satisfactorios y plataformas exigentes.
Si queréis jugarlo ya, hacedlo en PC si podéis, y si no, intentad esperar a un posible parche que corrija los tiempos de carga y solucione algunos bugs que, sin ser demasiado molestos, pueden ser otra barrera para disfrutar el juego. ReCore tiene una base genial para una secuela sobresaliente, pero el título que nos ocupa, sin dejar de ser bueno, se queda por desgracia a medio camino.
Hobby Consolas - 73
Una aventura con sabor de vieja escuela, que atesora muchas ideas interesantes y momentos de brillantez, pero que arrastra varios problemas de rendimiento y alguna decisión de diseño cuestionable. A pesar de ello, es muy disfrutable.
Lo mejor
Los núclebots son encantadores, prácticos y roban todo el protagonismo a Joule. El diseño visual y sonoro es muy artístico.
Lo peor
Enormes tiempos de carga y bajones en el frame rate. A veces, el desarrollo se entorpece por las irregulares ayudas.
Eurogamer
Porque Recore tiene un problema, uno más grande que todos los que hemos mencionado hasta el momento. Que es, o debería ser, un juego corto, y quiere ser uno muy largo. Y la solución salomónica, como tantas otras veces, pasa por reproducir uno a uno los vicios del sandbox más perezoso, y concretamente su verdadero pecado capital: la recolección, ahora obligatoria, de decenas de coleccionables irrelevantes. Es ese tipo de juego en el que franquear una puerta implica recoger siete núcleos prismáticos, hacerte con un par de ellos implica acceder a una mazmorra, abrir su puerta implica encontrar cuatro androides de energía, y superar la prueba implica encontrar ocho interruptores de colores. Es cansino, es fatigoso, y en demasiadas ocasiones supone peinar el desierto desesperado porque ya no sabes dónde buscar. Es un problema tan grave, de hecho, que afecta de manera dramática a su propio argumento: puede que no estemos hablando de Dune, pero es una pequeña historia sobre humanos y máquinas que lucha por salir, y que se pega de bruces contra un señor que insiste en meterte el dedo en el ojo cada vez que pasas de página. No voy a entrar en detalles, pero la manera en la que el juego destruye una de sus secuencias más relevantes planteando exigencias absurdas una detrás de otra es realmente digna de estudio.
Y qué queréis que os diga, a mi me da mucha pena. Porque de alguna manera he conectado con ese mundo, y todo el tiempo he sentido que me obligaban a apartarme de él. A hacer cosas que no quería, y a trazar reglas rígidas sobre algo que podría haber sido libre y precioso. A ver una hoja de cálculo, y una lista de la compra, cuando yo lo que veía era un corazón. Un núcleo pequeño pero redondo, como el de los robots, aunque rodeado de la misma cantidad de añadidos artificiales.