18-09-2015 21:12
Nunca había ido. Me las prometía yo muy felices cuando tras una gran impresión al entrar, y una calidad semi decente tanto de las famosas tortitas con dulce de leche y su café, de primeras al querer bajar al parking me encontré con ese impacto que supone el no ver unas escaleras de bajada junto a las de subida.
Ahí me temí lo peor. Bajé por unas normales, no muy lejos de las de subida pero que sólo llevaban a una zona diferente. Entonces empezó la búsqueda de la salida que ríete tú del corredor del laberinto. Unas quince esquinas, pasillos, productos sugerentes y precios atractivos entre un constante pasar de doncellas (algo bueno tenía que tener tal aventura). Tras unos minutos de sosiego e impaciencia logré ver la luz. La de las farolas, porque con la tontería me he pegado un buen rato allí y ya había caído la noche.
No vuelvo a pisar esa cárcel sueca en mi vida. He comprendido eso de las bromas tan recurrentes sobre "perderse en Ikea" o "encontrar la salida en Ikea".
Ahí me temí lo peor. Bajé por unas normales, no muy lejos de las de subida pero que sólo llevaban a una zona diferente. Entonces empezó la búsqueda de la salida que ríete tú del corredor del laberinto. Unas quince esquinas, pasillos, productos sugerentes y precios atractivos entre un constante pasar de doncellas (algo bueno tenía que tener tal aventura). Tras unos minutos de sosiego e impaciencia logré ver la luz. La de las farolas, porque con la tontería me he pegado un buen rato allí y ya había caído la noche.
No vuelvo a pisar esa cárcel sueca en mi vida. He comprendido eso de las bromas tan recurrentes sobre "perderse en Ikea" o "encontrar la salida en Ikea".