33bits

Por Franchuzas

Según pasan los años, cada vez me gusta más rebuscar entre juegos antiguos para dar con esas joyas que por mi edad no pude disfrutar en su momento. En una visita reciente a casa de un primo, tras los saludos pertinentes y acomodarnos en el sofá de la sala, empezamos a rebuscar entre sus juegos de PS2 para ver con qué nos podíamos entretener mientras nuestros padres se ponían al día. Y allí estaba esperando por mí nada menos que el Capcom Classics Collection. Mi primo se sorprendió. ¿Por qué no algo más moderno, como un Ratchet & Clank o un Star Wars: Battlefront? Porque quería jugar a Bionic Commando.

Conocedor de la saga por la entrega de NES y el anuncio de la lanzada hace no mucho para Xbox 360 y PS3, lo cierto es que nunca antes había tenido la oportunidad de probar el arcade original que dio origen a todo. Así que, tras unas pequeñas partidas de calentamiento a Street Fighter II (qué bien se sigue conservando el condenado) y Super Ghouls ÔÇÿn Ghosts (a ver si alguno era capaz de superar el primer nivel), saltamos a Bionic Commando y me pasé la siguiente media hora de vuelta en los ochenta.

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