20-09-2012 14:12
Hace unos pocos días se lanzó Thyrty Flights of Loving, y para abordarlo en un futuro próximo qué mejor manera para hacerlo que desde la primera parte que lo precede: Gravity Bone.
Jugar a Gravity Bone es como subirte a una montaña rusa. En la cola (en este caso la prensa) el mundo habla de ello como si fuera toda una experiencia; cuando te quieres dar cuenta de que estas en ella, ya ha terminado y no te ha dado tiempo a saber muy bien lo que ha pasado.
Y es que raramente te llegará a durar más de 10 minutos, pero desearás que no hubiera acabado. Aunque no entiendas muy bien la historia, ni lo que ha pasado. Ni siquiera por qué consigue funcionar tan bien algo tan sencillo.
Y es porque todo parece encajar, el estilo visual funciona desde las inquietas cabezas de papercraft. Pasando por los colores saturados y el minimalismo que lo envuelve todo. En el apartado sonoro basta con la extraña voz de la narradora y los pocos compases de música que llegamos a oír, y encajan con precisión quirúrgica.
Es un pequeño juego que mira al cine directamente, pero de una manera mucha más auténtica de lo que te puedes imaginar cuando se dice que un videojuego coge elementos prestados del cine. Entienden que no se trata de los planos o de arrancar el control al jugador, se trata del lenguaje mediante las escenas y cambios de ritmo. Todo dentro de una estricta linealidad montada con escenas sin espectacularidad ni bombo, pero que rebosan tanta imaginación que no son fáciles de olvidar.
Es gratis, poco más se puede decir de él sin entrar en detalles que revelen demasiado. Lo puedes encontrar en la página de Blendo Games. Así que no esperes más para descubrir uno de los finales más desconcertantes que verás en un videojuego.
Jugar a Gravity Bone es como subirte a una montaña rusa. En la cola (en este caso la prensa) el mundo habla de ello como si fuera toda una experiencia; cuando te quieres dar cuenta de que estas en ella, ya ha terminado y no te ha dado tiempo a saber muy bien lo que ha pasado.
Y es que raramente te llegará a durar más de 10 minutos, pero desearás que no hubiera acabado. Aunque no entiendas muy bien la historia, ni lo que ha pasado. Ni siquiera por qué consigue funcionar tan bien algo tan sencillo.
Y es porque todo parece encajar, el estilo visual funciona desde las inquietas cabezas de papercraft. Pasando por los colores saturados y el minimalismo que lo envuelve todo. En el apartado sonoro basta con la extraña voz de la narradora y los pocos compases de música que llegamos a oír, y encajan con precisión quirúrgica.
Es un pequeño juego que mira al cine directamente, pero de una manera mucha más auténtica de lo que te puedes imaginar cuando se dice que un videojuego coge elementos prestados del cine. Entienden que no se trata de los planos o de arrancar el control al jugador, se trata del lenguaje mediante las escenas y cambios de ritmo. Todo dentro de una estricta linealidad montada con escenas sin espectacularidad ni bombo, pero que rebosan tanta imaginación que no son fáciles de olvidar.
Es gratis, poco más se puede decir de él sin entrar en detalles que revelen demasiado. Lo puedes encontrar en la página de Blendo Games. Así que no esperes más para descubrir uno de los finales más desconcertantes que verás en un videojuego.