El viernes leí un suceso tremendamente poderoso y lleno de miga, y, simplemente, por el placer de darle a la tecla, lo comparto sin darle tanto al "copiar-pegar", supongo que porque lo desconocía totalmente y por lo potente que me pareció el caso tal cual estaba plasmado en esa curiosa sección de misterios de oscuro trascurso donde lo leí.

Se trata de la historia de Kris Kremers y Lisanne Froon, dos jóvenes holandesas de 21 y 22 años respectivamente, que hicieron un viaje a Panamá, a la región de Boquete, y que la mañana del uno de abril de 2014 salieron a dar un paseo.



Esto implicaba sumergirse en la naturaleza y moverse por zonas agrestes. Esa noche regresó el perro de la familia que las acogía y las acompañaba, pero no ellas, y dos días después las autoridades empezaron a buscarlas. Cuando ya se iban agotando los ánimos y decaía la busqueda, a las diez semanas, una indígena de la tribu ngábe entregó una mochila azul a la policía, diciendo haberla encontrado cerca de un río cerca de su pueblo, Alto Romero, en la región de Boca del Toro. Era la mochila de Lisanne, y esto da comienzo a un relato e investigación tan desconcertante como inquietante.

En la mochila había dos gafas de sol, 87 dólares, el pasaporte de Lisanne, una botella de agua, dos sujetadores, una cámara y dos teléfonos. Los teléfonos mostraron que se habían realizado siete llamadas de emergencia: la primera, el uno de abril, desde el iPhone de Kris, a las 16:39 horas; otra, a las 16:51 horas, desde el Samsung de Lisanne, pero no había cobertura en ningún caso; los dos días siguientes lo seguirían intentando en vano. Y en la madrugada del 5 de abril, la batería del Samsung de Lisanne se agotó. Después del 6 de abril, alguien intentó meter el pin del iPhone varias veces de forma errónea, y entre el 7 y el 10 de abril se realizaron la friolera de 77 llamadas de emergencia. El 11 de abril el aparato se enciende a las 10:51 horas y se apagaría definitivamente a las 11:56 horas.

La cosa continua: la cámara de fotos mostraba varias imágenes. La primera, las dos felices en El Mirador, una cima donde se pueden ver los océanos Atlántico y Pacífico. Y tras esa zona, siguieron adelante adentrándose en la selva, siendo la última foto una instantánea de Kris atravesando el lecho de un río, antes de realizarse la primera llamada a emergencias. Luego, se tomó otra foto que fue borrada, sin que la policía científica pudiera reconstruirla. El 8 de abril se hicieron nada menos que otras 90 fotos entre la una y las cuatro de la madrugada, pero solo unas pocas se ven decentemente, y parece que había algo raro en todas estas fotos, haciéndose públicas dos de ellas:





Los habitantes de la zona hallaron más restos a lo largo del río Culebra. A unos 750 metros del lugar donde se encontró la mochila, aparece la pelvis de Kris y la bota de Lisanne con el pie y parte del tobillo dentro, y a 3 km más allá una costilla de Kris, apareciendo posteriormente más restos óseos. Para llegar hasta allí, las chicas deberían haber cruzado cinco quebradas y tres cauces de agua. Y siguiendo con las cosas extrañas, el short de Kris aparece río arriba impecablemente doblado. El análisis forense no reveló rastros de garras, cuchillos o armas contundentes, pero una pieza osea de Kris mostró blanqueamiento por fósforo, tal vez, lejía.

¿Que les sucedió? Visto lo visto, parece que nunca lo sabremos.

Está claro, descubrieron por accidente un sitio donde los narcotraficantes preparaban la droga. Las secuestraron, violaron durante varios días, y luego disolvieron sus cuerpos con productos químicos de los que usan para fabricar su producto. Tiraron los restos al río y quedaron algunos huesos y un pie sin disolver.

Caso resuelto.

No sé por qué te dedicas a hacer vídeos de juegos en vez de abrir una agencia de detectives, te hacías de platino en la primera semana